Friday, July 21, 2006

¿Cómo le hacen?




Supongamos, por mor de este pequeño texto, que conocer es tener una opinión justificada. Y que la justificación supone, al menos, razones suficientes para creer en el contenido de esa opinión. Suficiente epistemología, vayamos ahora a la grilla.

Hay paises que defienden sistemas de manutención del poder basados en la expresión del deseo de sus empleados (perdón, de sus ciudadanos). Nótese que lo importante es lo expresado y no el deseo interno. Esto permite, por ejemplo, que personas que comparten el mismo deseo (e.g. tener un trabajo, seguridad social, paz, etc) lo expresen de manera tan distinta que terminen por recibir etiquetas distintas. Tal es el caso de millones de “mexicanos” que comparten un mismo deseo con distintos matices: unos amarillos y otros azules. Lo que con esto se permite es la confrontación entre personas que, en lo básico, comparten una gran cantidad de ideas y deseos. Así es como se muestra, lentamente, la inutilidad de la democracia. Nombre que le han puestos estos países a sus mecanismos de control.

Hagamos una segunda suposición: que en el sistema arriba mencionado la manera de obtener el poder, todo el poder y nada más que el poder, es por medio de tarjetitas que representan la expresión de los deseos del ciudadano. El juego es simple como el Turista Mundial, quien tenga más tarjetitas gana. Así que si uno se pregunta quién gana, la manera de responder es contar las tarjetitas. O, según supusimos, habrá de tenerse una opinión (e.g. ganaron los amarillos) y razones suficientes para creerlo (e.g. hemos contado más tarjetitas que para los azules).

México es uno de esos países. Uno que cabe traer a cuenta porque hoy día ha encontrado un grave problema con su sistema. Lo curioso no es que tenga el problema sino que haya tardado tanto en darse cuenta de que lo tiene. El problema es de raíz epistémica: nadie sabe quién tiene más tarjetitas. ¿Cómo así? Se preguntará usted: bueno pues es que más de uno dice tener más tarjetitas. ¿Pero debe haber alguien que haya contado ‘todas’ las tarjetitas? Pues sí, pero todos sospechan de él. En particular porque le dio la victoria a los azules y no a los amarillos. ¿Pero alguien tenía que haber ganado? Pues sí, pero todos queremos más a los amarillos. ¿Pero las tarjetitas o las tienen o no las tienen? Cierto, pero aún así, contar cuarenta y un millones de tarjetitas no es cosa fácil. Así que nadie sabe nada. ¡Qué dilema señor!

Sin embargo, aunque es dilema, la gente no calla ante su presencia. Los dos bandos, como ya dije, afirman ganar. Uno de ellos (el amarillo) viene a cuento por su constante insistencia en saber los resultados. Una larga lista de gente sapiente, sensible e inteligente apoya a los amarillos. De manera que llama la atención entender lo que se dice. Todos afirman al unísono, como Gabriela Rodríguez, que las manifestaciones de una pequeña parte de los dadores de tarjetitas constituyen una lucha en defensa del voto. Así llamarlo presupone que el resultado previamente ofrecido es incorrecto. Es decir, si esas movilizaciones son lucha por el voto entonces debe ser porque ellos, Gabriela Rodríguez inicluída, saben quién tiene más tarjetitas en sus bolsillos.

-¿Pero entonces Gabriela contó las 41 millones de tarjetitas?

-NO! Claro que no.

-¿Entonces solamente opina sin saber?

-No! cómo vamos a creer eso, ella y los demás sapientes amarillos afirman con razón!

-Pero ¿qué no habíamos supuesto que para saber no basta con opinar? ¿En dónde están las razones suficientes para creer? ¿cómo sabe Gabriela que los amarillos ganaron?

- No lo sabemos, tampoco lo dice ella. Supongo que tiene información secreta, como todos los amarillos. Lo que si saben, dicen, es que los engañaron. Dicen que las listas de conteo de tarjetitas están mal hechas, que nadie sabe contar en México (cosa que, acá entre nos, puede ser muy cierta).

- Pero esto no demuestra que hayan ganado los amarillos. Y eso es precisamente lo que se supone cuando se hace la marcha en defensa del voto. ¿O no?

- Sí pero, aunque no lo demuestre, da mucha rabia.

- Ah! Pero esto se trata de ver quién tiene más tarjetitas, no de ver quién tiene más rabia!

- Pus si, pero no le aunque. Vamos todos a darles en su madre! Al fin que qué, ¿te me vas a volver un defensor de la democracia de la noche a la mañana?

- No eso si que no. Si esto sirve de algo que sea pa’ enseñarles que la democracias sirve para dos cosas…

Y pa’ los que crean lo contrario díganme, por favor, porque cada vez estoy más intrigao’, ¿cómo saben cuántos votos tienen si no los contaron? ¿Cómo? Lo digo porque seguramente que tienen algún método, de esos super nais y ultramodernos, que ya ni contar necesita para saber quién tiene cuántas tarjetitas.

Por favor Gabis, dinos ¿Cómo?