Friday, July 28, 2006

Yahveh y Alá. Una historia divina

Yahveh se encontraba muy sólo, sólo en las alturas, sólo en su gloria, sólo por no tener a nadie a quién castigar dado que todos se castigan solos.
Solo sólo, Yahveh se descubrió más sólo de lo nunca había estado. Todo poderoso, todo aburrido y sumamente anquilozado en una depresión digna de dioses.
En la otra esquina del curvo cosmos infinito, Alá se buscaba a sí mismo. Eso de tener 99 nombres y quizá un centécimo nombre oculto no es nada sencillo, ni siquiera para uno de los dioses únicos y monotéicos omnisapientes y todoabarcantes.
Alá se preguntaba, y antes de terminar su pregunta ya tenía miles de respuestas y una que otra creación nueva y sin par en el mundo de las cosas dadas; pero no encontraba satisfacción alguna en ese juego de las preguntas y las respuestas, puesto que las respuestas las tenía antes de formular incluso la pregunta y la pregunta ya no valía la pena por si misma.
Así las cosas, Yahveh y Alá coincidieron en sus caminos por el tedioso andar en la eterna mismidad de lo múltiple siempre idéntico en su diferencia.
Ambos esbozaron una sonrrisa gigantesca, infinita, al encontrarse.
-¡Ya era hora!- dijo uno.
-¡Qué bien! - dijo el otro.
Uno y otro se alegraron y comenzarón la más amena de las charlas, no bebían ni fumaban dado que sus hijastros se los tienen prohibido, pero ocultos en su lejanía se tomaron la libertad de tomar libremente todo lo que tuvieran al alcance de la mano... y como todo lo tenían todo lo tomaron.
-Mantengamos baja la voz para que no se acerque algún pagano- dijo uno.
-Y menos aquél que se dice uno pero que siempre llega con sus dos invitados que nadie ha invitado- dijo el otro
-Peor, uno es su Padre, pues sin el nada puede, y el otro es su plumífera mascota a la que bochornosamente llama "espíritu"- dijo el otro.
Pasó el tiempo, eternidades diríamos nostros, apenas unos bocadillos dirían ellos, cuando un escándalo perturbó su pacífica, amistosa, psicodéica y divinotrópica unión.
-Una vez más los niños están destruyendo su recámara- uno dijo
-Ya estoy harto de esos niños- el otro respondió
-Es por eso que los hemos abandonado-
-Es por eso que los hemos desconocido-
-Hablan de amor sin saber siquiera que la palabra no hace al hecho-
-Aman hablar mientras callan al otro, sin saber que es en el otro donde el amor se deposita, y que es en el callar donde se origina el habla-
Uno y Otro, Otro y Uno decidieron seguir avanzando sin rumbo fijo. Sin más rumbo que el fijado por la azarosa Fortuna, que es la madre de todos los dioses.
Sin saberlo, llegarón a el Líbano, ahí dónde unos fanáticos multimillonarios y multiestultos despedazan a seres humanos y a sus hermosas ciudades por culpa de otros fanáticos empobrecidos y empobrecedores.
Les apenó tánto que unos y otros se dirigieran a Uno y Otro de mil maneras, ofrendándoles palabras vacías y acciones llenas de sangre inocente y pura; sangre como la de miles de niños despedazados y que en ese preciso momento se les acercaban aparentemente como almas desintegradas por el dolor y la incertidumbre para preguntarles quiénes eran ellos.
-Somos los que somos- dijo uno
-Eso- dijo el otro
Las almas de los niños, decepcionadas, tristes y con un gesto de !¿quiénes son estos imbéciles?! decidieron marcharse con las nubes para convertirse en agua y descanzar eternamente en el arrullo misterioso de los océanos, del mar siempre presente en sus vidas y en la muerte.
Ambos dioses dos y únicos ya no se escuchaban, los estruendos, las explosiones, los gritos, el llanto generalizado; el terrible ruido de la ignorancia destructora los ensordecieron mientras el humo hacia su parte cegando lo poco de visión que sus ojos aún tenían en estos mundos terrenales.
Ambos dioses olvidaron al otro, olvidaron que apenas hacía un momento reían, que apenas hacía un instante consumían todos los frutos de su imaginación en una bacanal sempiterna, que viajaban creando mundos y uno que otro hoyo negro.
Ambos decidieron partir no sin antes deshechar todo lo que sus divinos cuerpos debían deshechar después de semejante bacanal; y dónde mejor que en esta tierra llena de mierda y nauseabundos aires.
Ahora que han partido, con rumbos distintos, Yahveh y Alá deambulan como los fantasmas aburridos que siempre han sido, eternamente desidiosos, infinitamente irreales y desconocidos; quedamos nosotros, sólos nuevamente, como ellos, sin recordar quiénes son ni para que han servido.

Continuara...

Sanguipatas y Garrajuelas

Todo era terriblemente importante. Todo. Terriblemente. Comenzando por la elipse de la rueda que hacía el movimiento imposible. Imposible. Había acudido con el vecino en busca de ayuda. De todos conocido por llevar un taller de ruedas, el vecino contestó que ese no era el problema. El problema. Lo importante era notar que el mes terminaba y él seguía sin pagar la renta. Terrible. El problema. La familia no podía ayudarle por sufrir de similares deficiencias por el eclipsamiento rotatorio. Todos. Sin rueda. La hermana, por poner un caso, tenía problemas amorosos. El vecino del quince se había decidido por no hablar más con ella. Ni una palabra. Al ser interrogado, el quince contestó que todo se debía a la reciente lluvia de estrellas. Era tan extenuantemente hermosa que su capacidad amatoria se había consumido por completo. Lo que se dice un robo estelar. Por ese entonces los astrónomos sospecharon que algo similar podía suceder. Era posible. Reconociendo la existencia de un hoyo negro epistémico, se advirtió sobre las incalculables consecuencias de tan astronómico fenómeno. Incalculables. Veramente. Desde la caída prematura del cabello, hasta la invasión del Huauchinango en el mercado piscicultor mundial, todo estaba cubierto por la teoría. Particularmente por ese hoyo negro de la teoría. La Teoría. Llamaban la atención, principalmente, sobre la presencia de la Carbonaceus Chondrite en la más reciente exposición museográfica. Todo lo cual explicaba perfectamente el orígen de la vida. La vida. Vida que, por otra parte, se había vuelto tan insípida para nuestro amigo el quince. Misántropo por imposición natural, dedicaba su vida a encontrar meteoros en las aceras y dibujar galaxias en los patios. La gente no le entendía. La gente. Sobretodo la vecina del nueve con quien recuerda haber tenido una que otra comunicación. Una. Que. Otra. Su madre, la del quince, que no vivía en la vecindad, había decidido tomar cartas en el asunto. El asunto. Juntando fuerzas de flaqueza compró un kilogramo de mole en polvo y una docena de tortillas de maíz azul. Por la noche habría de cocinar deliciosas enchiladas para deguste personal. El deguste. Los vecinos por su parte, habían decidido tomar camino. Algunos trabajaban por las mañanas y otros por las tardes. Los demás o no trabajaban o eran sonámbulos (no se sabe por qué). Todos, inevitablemente, hacían una u otra cosa. Todos. Inevitable. Unos con hijos otros sin ellos. Todos preocupados por conseguir el huevo del día siguiente. El huevo. El parte policial fue contundente:

Todo era terriblemente el problema. Era posible que La Teoría del Carbonaceus Chondrite fuese El Hoyo Negro de La vida. La gente, al menos Una que Otra, preocupada por El Asunto vivía de lleno El deguste. Inevitable, pues, que Todos buscaran la rueda en un Huevo.

Thursday, July 27, 2006

La arrogancia de Pitol

El mundo, o más bien un Doctor Jurista Puertoriqueño amigo de pesáres, me llevó hace unos meses a decidirme finalmente por leer a Pitol. Tantas veces había oído y leído sobre los libros, la inteligencia y la sensibilidad del veracruzano, que me sorprendía al ver que no hubiese caído un libro de los suyos en mis manos, aunque fuese sólo por inercia. Así fue, finalmente, que disfruté algunos trechos de su arte de la fuga, hasta que el mundo mismo, y una inminente fuga trasatlántica, me obligaron a deshacerme del texto. La impresión fue grata; fue eso, una impresión. Pitol se convirtió, de una semana a otra, en un héroe del papiro. Escribano entre escribanos, en algún rincón cercano a Bartleby.

El mundo mismo y sus extraños derroteros me han llevado hoy a denunciar a ese escribano. El héroe ha caído. Sus huellas han perdido la impresión inicial. El resultado de su escritura sigue siendo de altísima calidad. Pero el escribano mismo no guarda ya un lugar cercano al gran copista Bartleby.

“A los quince años ya había leído a Shakespeare, a Cervantes y a Pirandello y se fue a la ciudad de México para estudiar Derecho en la UNAM.”

Y

“La obra de Pitol sólo tiene equiparación con la de otro gran escritor mexicano: Jorge Ibargüengoitia.”

Son frases tristes que declaran la muerte, la pérdida, la caída de un hombre otrora enaltecido como héroe. Las he extraído de un fragmento autobiográfico que Pitol presenta en el nicho de escritores de la Casa Refugio. Sus palabras entristecen de tanto entorpecer. Un cerro de dudas se aglutinan detrás de la decepción. ¡Qué arrogancia! (primero) ¡Qué ridículo! (después) ¡Qué tristeza! (finalmente).

La decepción obnubila la mirada. No sé qué pretende Pitol con esas frases: ¿presumir su erudición temprana? ¡A los quince años había leído a Shakespeare, Cervantes y Pirandello! ¿Acaso habrá vivido también lo mismo? ¿Habrá amado, sufrido, muerto, asesinado y traicionado, tanto como sus gloriosas lecturas, ya a los quince años?

¿Qué relevancia tiene mencionar todo aquello? ¿De qué nos sirve a los lectores saber lo que hacía Pitol a los quince? Peor aún, como él mismo señala, su ‘hazaña’ se debió más bien a esa otra hazaña de su abuela materna, lectora empedernida, quien le leía, lupa en mano y línea por línea, a Dostoyevski. Pues si Pitol leyó a los grandes a los quince probablemente sea porque le sambutieron todos con papilla desde los seis. Pero entonces ¿el señor no llegó a las letras, sino que le impusieron las letras? ¿Acaso estas arrogantes confesiones de Pitol no son prueba de que, quizás, a quien hay que agredecer por su literatura es a su abuela?

¿A qué viene eso de su inequiparable literatura? ¿Tan excelente y fuera de este mundo se considera Pitol? ¿Acaso no somos todos hijos de una misma Gramática Universal? ¿Acaso no somos todos únicos, con nuestro ideolecto único, nuestra literatura única, nuestra voz única y nuestras obras todas únicas?

Seguro que su abuela le enseñó, aunque entre tanta arrogancia literaria probablemente lo olvidó, ese pedazo de sabiduría popular que reza

“Dime de qué presumes y te diré de qué careces”

¡Viva el Rey! ¡Muera el Rey!

Que sea ésta una muestra más de la sinrazón que nutre a los ‘iluminados’ precisamente cuando se iluminan. Una muestra más de que esta naturaleza madrastra no tiene protecciones contra sí misma. Que la razón es el más grande enemigo de sí misma. Ganas no faltan para hacer la pluma a un lado. Los grandes lo son por su humildad, no por su grandeza.

Wednesday, July 26, 2006

Delirios y Genios Malignos

La cita del día, qué digo del día, del mes. Más, del año, ¿o será sexenio? En fin, como sea. Que es la mejor cita pues.

“Sí, yo soy el presidente de México. Yo soy el presidente de México por voluntad de la mayoría”, afirmó el candidato de la coalición Por el Bien de Todos interrogado sobre si se siente el mandatario electo. El Universal

El dogmatismo y el delirio siempre han ido de la mano. Lo curioso es comprobar que también el escepticismo extremo y la extrema certeza siguen juntos. Estas campañas electorales son un homenaje a Descartes. Lo cual no es nada bueno, acá entre nos. Ante aseveraciones como ésta (y científicos como los de abajo) sólo queda una pregunta: ¿cómo saben? ¿Cómo sabe AMLO que la mayoría votó por él (que de hecho la mayoría, lo que se dice mayoría creemos que el sistema no funciona y nos abstenemos de votar)? El delirio es, como ya lo dijimos, pandemia.

Para muestra un botón. La Jornada de hoy nos presenta con grandes letras: "sospecha científico que se sembró un software en el IFE". Sospecho yo que el que sea científico o no nada tiene que ver con las elecciones. Están como las sospechas de matemáticos, que a mi juicio valen lo mismo que las sospechas del carbonero. Ahora todo mundo ha echado a volar la imaginación: ahora resulta que hasta se sembró el software, como quien siembra un virus (supongo). Imagínese qué software es este que hasta tiene identidad política: distingue los votos amarillos de los azules y se los da a los últimos. Pidamos a nuestros científicos que hagan ciencia y se dejen de elucubrar situaciones cartesianas ridículas. No sirven ni para hacer cortometrajes.

El argumento del "científico" radica en afirmar que "no existen sistemas de cómputo inviolables" y que el sistema sembrado "está tan bien hecho que los operadores del IFE no lo detectan". Esto me suena mucho a una película. Pero bueno, además del ridículo que hace el tío con sus ideas Matrix, nos preguntamos: Si ningún sistema es inviolable y éste está tan bien hecho que nadie lo detecta: ¿por qué atacar al IFE y sus operadores quienes, en tal caso, son víctimas de una Matrix indetectable? Más aún, ¿cómo hace nuestro "científico" para detectar él lo que los demás no? ¿Tendrá visión de rayos gama? ¿Poderes sobre humanos? ¿Será acaso que el gran científico es en realidad Neo, quien viene a salvarnos de las farsas computacionales?

Estemos al tanto, porque al paso que vamos terminaremos en que no sabemos siquiera si tres mas tres es seis o siete porque, a fin que ni la experiencia es inviolable, igual y un genio maligno...

Cinco Octavos

La bendita Cultura


Antes de dejar caer los martillazos permítanme confesarme. No creo, de entrada, en las identidades míticas que duran poco más de un instante. Por consiguente, sospecho en abundancia sobre eso que llaman la identidad ‘personal’. Constructo que me parece por demás totalitario, retrógrado y asfixiante. Todo lo demás, lo que a partir de este mito inicial se va construyendo, me genera igual prurito. Pienso, por caso, en las identidades artísticas, políticas, nacionales (¡qué horror!) y hasta culturales. De manera que todo intento por defender estos flatus vocis me resulta interesante, digno de crítica, pues.

Hoy en particular me preocupan las culturales. He leído las notas sobre políticas culturales que la investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM Teresa del Conde ha publicado recientemente en La Jornada. Mi sospecha es que, como siempre, se cree que lo cultural se reduce o a las costumbre o al arte. En ambos casos se cae en un grave error que termina por enaltecer ciertas costumbres y cierto arte. El resultado es un entuerto incomprensible que muestra, más que otra cosa, lo inútil que es hablar de cultura – cuando no nos muestra el ridículo que hace uno cuando se pone a hablar de lo que no sabe y, peor aún, sin pensarlo mucho.

Las llamadas ‘notas’ son pocas, así que las presento una a una, seguidas de algunas dudas.

1. No se puede hablar de ''políticas culturales" refiriéndolas únicamente a las artes: música, literatura, artes visuales, teatro, acciones performáticas, danza, cine. Hay que tener en cuenta los aspectos sociales básicos, propiciadores de un enaltecimiento cultural, como lo es, por ejemplo, para el automovilista ceder el paso al peatón (cosa que en México rarísima vez ocurre), el depósito de basura en los contenedores y no en la calle. Hay múltiples ejemplos de incivilidad que pudieran citarse, como el uso indiscriminado del cláxon, el vandalismo en los espectáculos masivos y tantas otras cosas.

Traducción: la cultura no es sólo el arte, también es esa costumbre que nos inculcó mama de ser amables con la gente y seguir las reglas de convivencia social. O, dicho con otras palabras: la cultura es eso que ‘propicia el enaltecimiento cultural’. Joder si esto no es un círculo, entonces no sé qué es un círculo. Vayamos a las siguientes:

2. La sociología de la cultura es herramienta muy importante, pero los aspectos sociales de la vida cultural son múltiples e inasibles; pudiera denominárseles ''campos de acción de la cultura" e involucran historia, filosofía, sicología de masas y análisis continuo del campo artístico.

Traducción: lo cultural es importante aunque no tengamos la más remota idea de qué carajos sea: es decir, ‘es inasible’. Pensemos mejor en los campos de acción de la cultura como la academia y el arte. O sease que, a fin de cuentas, la cultura es el arte y todo lo demás no es cultura. Saber, por ejemplo, cómo conducir un auto no es cultura sino barbarie. Y ¿qué hay de la exploración de bosques, del alpinismo, el surf y el nado sincronizado? Ahí no actúa esa cosa rara que es la cultura? Ah! Pero esto es inasible. La siguiente nota está tan buena que vale la pena verla en pedazos.

3. Se dice que las obras o acciones culturales producen impacto sobre grupos de mayores o menores dimensiones y que eso determina la reputación de las obras o acciones y su inserción en el universo cultural.

O sease, que las obras producen impacto (¿qué impacto? ¿causal? Acaso es el impacto de un cuadro cuando te cae encima, o el impacto de una caguama en el parietal derecho, cuando tu falta de cultura no te dio para más?). Eso sí, es un impacto sobre grupos de uno u otro tamaño. Pues algún tamaño han de tener! ¡Qué pensamiento tan preclaro! Y de nuevo las obras se insertan en un Topus Uranus Platonicus Culturalis (¡Seguimos hablando de arte o qué?)

"Semanas atrás hemos sido testigos, por ejemplo, de que acaso lo que mayor cohesión provoca es el futbol, pero eso ocurre siempre y cuando se tenga en cuenta su temporalidad pico, que es de cada cuatro años."

¿Sabrá acaso cuánto dinero y tiempo invierten miles de millones de seres humanos en complacerse con el futbol todo el tiempo y no sólo cada cuatro años? Sigue:

"Aunque exista resistencia a creerlo así, el futbol también es cultura, que va desde su simple aprehensión emocional, sin dejar secuelas duraderas, hasta su degustación erudita, de la que hace gala, pongamos por caso, el escritor Juan Villoro."

¿Secuelas duraderas? Y de ahí a la degustación erudita? O sea que para volverse erudito hay que aprehender más la emoción, trastornar las tripas y empujar para que la secuela dure más y entonces salga como resultado ‘la degustación erudita’. ¿Degustación? ¿Acaso volvemos, una vez más, al arte?

"Esto sucede porque todo bien cultural, desde la cocina hasta la música serial, tiene niveles de aprehensión que describen un arco muy amplio."

¿O sea que la cultura es como el alcoholismo? Algo así, pero en realidad no. Lo que pasa es que, acá entre la elite, sabemos bien a bien qué es cultura y qué no. Si no, echen ojo:

4. Las obras de alta cultura suelen hablar una lengua extraña o poco comprensible a los no iniciados, debido a que la obra cultural considerada como bien simbólico, sólo existe para quienes po-seen los medios para apropiársela. De aquí que la reiteración masiva, inclusive mediante la propaganda, de esos bienes de la alta cultura tendrían que generar bandas de redundancia, aunque aparentemente provocasen sólo una cohesión momentánea. Sin descartar el tipo consuetudinario de espectáculos concierto que pueden atraer principalmente a los jóvenes, la inclusión de ópera-concierto, sinfónica, piano, etcétera, a gran escala, al reiterarse serían capaces de ir amplificando las vertientes del gusto.

La nota merece tres puntos (no sé por qué tres, pero tres): i) la cultura (sobre todo esa afrancesada forma suya que llamamos 'alta') es como la religión o los ritos necrománticos, y de existencia fantasmagórica: sólo existe para los propietarios; ii) la cultura es la cultura de los de arriba; porque, por supuesto, si vamos a imponer una cultura, que sea la francesa y no la de esos albañiles que por cultura tienen la televisión, el Guacardí y las tortillas; iii)Si me piden un ejemplo se los doy: cultura es la ópera, la sinfónica, el piano, etc. O sease, las cosas con las que uno mata el tiempo o le da atole con el dedo al tedium mortis. Volvemos a lo mismo: la cultura es el arte; y el arte es mi arte. Seguimos, faltan cuatro y al cielo

5. Pierre Bourdieu y Néstor García Canclini han apuntado que las necesidades primarias son de una índole, las necesidades culturales, como la palabra lo indica, necesitan ser cultivadas (la palabra ''cultura" viene de allí) y una necesidad cultivada se incrementa en la medida en que se sacia, de modo que se van creando en cadena disposiciones de apropiación de los bienes culturales.

A caray, yo creía que las necesidades primarias eran comer, dormir y defecar. Ahora resulta que todos debemos dedicarnos a la agricultura. ¿Por qué? Porque así lo indican las palabras. La palabra cultura, por ejemplo, viene de allí. ¿De dónde? De allí. Bueno y eso qué? Sólo porque viene de allí le voy a hacer caso? Pues si, porque sino no creces. Te quedás enano. Culturalmente pues. Pensá, por ejemplo, que tomás tu necesidad y la cultivás [¿Cómo carajos? No lo sé, pero lo hacés] y luego tu necesidad se crece precisamente porque se sacia. A carajo, ¿qué no las necesidades desaparecían cuando se saciaban? ¿Qué significa entonces ‘saciar’?

6. Tales disposiciones son producto de una educación difusa o específica, familiar, ambiental, escolar, que se asimila tanto a escala consciente como inconsciente. De sobra sabemos que la educación está desigualmente repartida y que los factores genéticos también cuentan, pero no hay niño que se resista a una caja de crayolas con papel suficiente para ensayar con ellas. Este ejemplo de Perogrullo es perfectamente verificable en cualquier circunstancia, y lo mismo ocurre con los sonidos y los pasos de danza.

Y vuelve la burra al trigo. La cultura es lo que nos enseñó mamá. Pero lo que me enseñó a mí, no a ti. ¿Y qué me enseñó? No sé, pero algo hizo. Oye y qué carajos tienen que ver la desigualdad en la repartición de la educación y los niños que no se resisten a las crayolas? Y luego, cerramos con la definición de Perogrullo, que son de Perogrullo porque son perfectamente verificables en cualquier circunstancia. Ah! Y, por si no lo sabían, la cultura es la pintura, la música y la danza.

7. La percepción repetida de determinado tipo de obras o acciones favorece la interiorización preconsciente de los principios que las generan. A la propaganda comercial (televisiva, en espectaculares, en la radio) podría exigírsele la inclusión de elementos que coadyuven a ello. Un espectacular que hasta hace poco podía verse en las cercanías del arranque norte de avenida Revolución, ostentaba un campo colorístico al estilo Barnet Newman, estaba firmado y en él se leía lo siguiente: ''esto es una obra de arte". A eso me refiero con la inclusión de elementos que quizá sean inicialmente aprehendidos sólo en forma subliminal. Por eso los museos reiteran en sus carteles exteriores algo de lo que el público va a encontrar en el interior.

Y en esta penúltima nota nos enteramos de la existencia de la publicidad, que esta hecha para ‘la interiorización precon…’ ¿qué? En pocas palabras, que tu lo ves y luego luego te dan ganas de hacerlo. Ah! O sea, como cuando veo a mis cuates cheleando y luego luego se me antoja echarme una bien helada? Y para cerrar, volvemos a lo mismo, una vez más, por si no lo habían entendido: la cultura es el arte, lo que los museos deciden presentar y lo que los ricos degustan lentamente matando el tiempo libre.

Y bueno lo que aprendimos es que la cultura es inasible. Que está en el piano, en la orquesta, en la ópera, en la sinfonía y hasta en el futbol (claro, siempre y cuando uno se vuelva erudito y lo disfrute con secuelas imborrables como Juan Villoro). O sea que si no tenemos piano, ni ópera, ni sinfonía ni a Juan Villoro no tenemos cultura.

Una muestra más de cómo se cae en el error de creer que el anquilosamiento de la imaginación que resulta en la repetición ad nauseam de una y la misma acción (i.e. costumbres) se convierte en cultura. O de cómo lo que unos consideran arte o, peor aún, ‘alta cultura’, es 'la' cultura. De manera que resolver un teorema, barrer las calles, tomar cerveza, patear piedras y jugarse las canicas no son cultura.

En pocas palabras tenemos aquí una invitación a dejar de usar esa voz vacua con la que tanto nos llenamos la boca sin saber siquiera de qué hablamos: ‘la cultura’. Oh! Y la identidad cultural! Otro OHH! más grande.

Tuesday, July 25, 2006

Bromas de la Izquierda

La incomunicación sigue siendo el pan (o la tortilla, si se prefiere) de cada día en México. A quien se permite evitar el uso de etiquetas huecas le resulta irrisorio ver cómo ambas partes, por sí mismas consideradas radicalmente opuestas, se ejercitan en el uso de un mismo mecanismo: la descalificación injustificada, no razonada.

Llevar a cabo este tipo de prácticas no demuestra una separación o división en un país sino que la construye. Lejos de las grandes diferencias que dicen tener los distintos grupos políticos, se alcanzan a ver sus tristes similitudes. Antes de pensar se trata de juzgar. El resultado es un anquilosamiento de emociones idénticas pero en direcciones exactamente opuestas. ¿Quién iba a pensar que Newton fuera a tener tanta razón?

Nadie, hasta donde alcanzo a ver, se ha permitido guardar silencio y pensar. Como resultado nos han ofrecido un vendaval de insultos, arrogancias y juicios sumarios. Peor aún, nos han ofrecido un ejército de pronunciamientos xenófobos. Desde “ustedes los nacos” hasta “ustedes los ricos”, sin importar trinchera, la inmoralidad, la falta de comprensión, la cerrazón, en ejemplos duros y palpables, se han presentado.

Por mi parte me entristece ver que personas otrora admirables no se permitan el lujo de la duda y la reflexión. Comparto la idea de que el país, en su distribución de recursos y de poder, es digno de iracundo rechazo y reprobación. Reconozco también una profunda distancia entre los miserables y la clase media, ya no se diga con respecto a los millonarios. Ideas que, creo yo, comparten algunas personas que hoy día se han casado con la izquierda partidista.

Lo que no solemos compartir es la idea de que parte del desastre del país es la existencia de esa izquierda partidista. Eso también es algo digno de un iracundo rechazo, más fuerte aún por ser, supuestamente, una postura de protesta. En México, como en casi toda Latinoamérica, ser de izquierda se ha convertido en la mera apropiación de un discurso y una etiqueta y no en una verdadera redistribución justa y equitativa. Eso, a mi juicio, se lo debemos al sistema democrático-partidista que ahora, tristemente para mí, tanto defienden esas personas con quien, en otros momentos, tanto comparto.

Me permito, pues, hacer pequeños e insignificantes llamados de atención a esas personas como una señal de autocrítica. Esto, claro, por las ideas de justicia compartidas, mas no por las posturas en pro y en contra del sistema en disputa. Es el caso ahora de la admirable Jesusa Rodríguez quien sigue en pie de una lucha compartida por muchos otros. Dejando de lado los partidismos y los sistemas, hay algo en su lucha que no me agrada.

Jesusa hace gala de su envidiable capacidad de ejecutar dos o tres procesos mentales al mismo tiempo, haciendo crítica política de la mano de la burla y la reflexión. Una reflexión que se caracteriza por ser profunda y en no pocas ocasiones atinada. Hasta aquí todo es divino y apreciable. Pero no es todo.

Es triste, por lo anterior, ver a Jesusa desatender su gran capacidad reflexiva por atender, con gran fuerza, sus profundas convicciones y emociones. Ayer decidió asistir a un centro comercial comúnmente visitado por la clase media adinerada. Bromeando, Jesusa tuvo la idea de llevar a sus huestes a manera de turistas, para presentarles lo que se entendió como “el mundo de los ricos”. La idea en sí merece aplausos; lo que no los merece y sí, por el contrario, merece un reproche, es el uso irreflexivo de bromas que, a mi entender, son uno más de los ejercicios apasionados de una razón que, sin pensar, se dedica a insultar. Según el relato periodístico:

Al toparse con un cartel publicitario en el que una modelo posa en ropa interior, Jesusa Rodríguez se sorprendió por sus rasgos "autóctonos". La Jornada 25/07/2006

Algunos creerán que hay sombrillas contra la discriminación. Que tomar postura con los jodidos, o con los prietos, los indígenas o los latinos, es como curarse en salud. ¡Nada malo saldrá de la defensa apasionada de nuestra visión! - se cree.

Por desgracia la razón humana no cuenta con salvaguardas. Nadie está excento de ser tan xenófobo e inmoral como cualquier otro. Porque la xenofobia no es el rechazo de los pobres, o los morenos, o los jodidos. La xenofobia es la incapacidad de entender que la diferencia no da ni quita, no hace más ni hace menos, no da derechos de propiedad ni originalidad territorial.

La xenofobia está en creer, por ejemplo, que los blancos, rubios y de rasgos no “autóctonos” (¿Qué carajos es un rasgo autóctono? ¿Qué no todos venimos de África? ) son los malos, objeto de reprensión y reproche, de burla. ¿Es acaso que la postura de la izquierda partidista es como la de aquél demócrata alemán, victorioso por ahí del treinta y tres, que se esmeraba en notar la autoctonía de sus correligionarios? ¿Quiere esto decir que nos pondremos a repartir tierras y demás recursos de acuerdo al aspecto autóctono del individuo? ¿Para acabar teniendo a los de aspecto no ‘autóctono’ (p.ej.¿ Jesusa Rodríguez?) entre los miserables y desproveídos?

Se dirá que esto es broma, una más de las de Jesusa. Es, no obstante, de lamentarse y con gran fuerza. No sólo por aquello de que entre broma y broma… sino, fundamentalmente, porque el contexto, la triste circunstancia en la que se encuentra México, no está para este tipo de bromas. Jesusa habrá de ser la primera en notar que en épocas de elecciones todo el mundo cree lo que le dicen. O como gustan de decir, a todos les encanta que les den atole con el dedo. Si esto es mera broma, ¿por qué nos das este atole tan agrio Jesu?

Science and Religion

The New York Times published a somewhat general book review. It is about different books whose authors dared to pick up the science-religion cross point. Needless to say, there are many issues here. Sadly enough, they are all interconnected. There is no way to make out things from this mess. One issue concerns directly the relation between science and religion. Another quite different, though not so easily noticed as such, is the relation between human scientists and their religious beliefs. These are, perhaps, the easy ones. Other thorny issues have to do with the mythical meaning of life, the supposed need for religion, and the all so general stupidity of human beings. For more than two thousand years humans have dealt with these topics. The book review deals mainly with the first two, easy, issues. The result, however, is surprising.

Francis Collins, Owen Gingerich and Joan Roughgarden have recently published their books. All of them have a common topic: there is no inconsistency between science and religion. After all there is, they claim, a great number of scientists with deeply embraced religious beliefs of all sorts: Catholic, Christian, Evangelic, and what not. The claim has a laudable side. In a state where conservative religious views take more and more hold of power relations, arguing for intelligent design and creationist theories to be taught, it might be a nice pragmatic move to show that you can understand evolutionary biology without cheating to your own personal Jesus.

The view is contrasted with that of Daniel Denett and Richard Dawkins, who explicitly follow the view, common to Marx and Nietzsche, that religion is more a sickness than bliss. Both authors, i.e. Denett and Dawkins, argue that there is no place for religion within a proper scientific understanding of the world. They realize, however, that atheism constitutes – as Nietzsche so clearly put it more than a hundred years ago – a brave and courageous thing to do.

Thus, we are presented with both issues: what humans do with science and religion (for the former religion-lover scientists) and what science and religion are (for the latter atheist scientists). The former realize that humans get a lot into this thing called religion. The latter realize how stupefying that is. The former claim that we should, then, give people science through heaven’s gate. The later claim we should give people vaccines through the microscope’s view. Who should we believe?

The fact that religion, like folk-psychology, has been around for such a long time gives us reason to think that is has somehow helped. At least, it forces to understand it as more than just an evolutionary adornment. Let alone the possibility that it be an evolutionary hazard. That is why, among others, Denett has come up with an account of it. Religion has helped by giving humans an easy exit through the need of understanding the world. The time has come, however, to avoid the easy exit and start doing some serious, autonomous reasoning around here.

For sure the fact that the immense majority of humans still have some or other religious understanding of the world does not show that the worldview it expounds is true. That such arguments are flawed has been shown over and over again. See, for example, Wittgenstein’s opening of “Über Gewissheit”. And this, I guess, is also an argument against experimental philosophy, intuitionism, and all the proposals that intend to get things straight by just asking people how they feel and what they think. If we were to build up our science by asking people about the world we would still believe that the earth is flat, that it sits on the very center of a closed universe and is protected by the first motor, or perhaps four gigantic turtles (or better, why not a pencil?).

That said, I am worried about one thing: up to what extent is it consistent, and even morally correct, to be both a scientist and a religious believer? Before attempting an answer let us get rid of an easy exit, the easy exit of Collins, Gingerich and Roughgarden: the fact that there are (even hundreds) of scientists (even famous, intelligent ones) that are believers gives no answer whatsoever. Their mere existence makes none of this consistence. It won’t be the first time that intelligent, laudable, amazing scientists end up being surprisingly stupid when it comes to personal moral knowledge (e.g. the German Intelligentsia of the Nazi Regime).

If science and Religion are to be compared is because they both must make a similar offer: a conception of the world and ourselves within it. So lets take religion as another theory of the world. What is the difference between them? I see one very simple: self-criticism.

Both views, one must accept, stand up on certain beliefs and claims that are very rarely object of direct proof or even doubt. Science, for instance, presupposes that there is a natural world full of natural causes; and, until very recently it also presupposed that it was full of atoms. Religion, on the other hand, presupposes that there is one or more gods. What is the difference, one might ask, between presupposing the existence of atoms and presupposing the existence of god?

This is the difference: to presuppose the existence of atoms comes as the result of a self-critical questioning as to which, among our available theories, are better explanations of our experience. To presuppose that there is a god comes, at the very best, as an ineffable, unexplainable dogma. They are both, to my mind, reasonable. It’s just that reason covers such a big array of possibilities, from autonomous to heteronymous, from good to bad, from altruistic to perverse. I think good science stands sometimes close the autonomy, good and altruistic poles of reason. I am sure that the majority of human beings with religious beliefs stand on the heteronymous, morally bad side that, unfortunately, turns so easily into the perverse.

The reason I believe this is simple: morality is a matter of autonomy. As Plato well pointed out, what is correct is not that good is because god said, but that god said because good is. To do something just because god said so (leaving communication problems aside) is not to act morally, it is to act gregariously. The same goes for our theories of the world. To embrace evolutionary biology because it is the result of a self-critical process where questions and answers have been constantly in display is not the same as to believe in intelligent design, or creationism, just because the priest, mom or dad said so.
Being a scientist is much like being a skeptic: it is a matter of forging one’s own understanding by one’s own means (of course, the tradition plays an important role here, but it does so critically, not dogmatically). Thus, a person that does science in the morning, while buying dogmas on the street late in the evening, is just cheating herself and others. To defend, on the one hand, that there must be opened critical judgments on our theories (as I suppose any single scientist worth the label defend), while, on the other, close their judgments and criticisms when it comes to the acceptance of god’s existence, is both inconsistent and immoral.

Thus, science and religion are two very different things, as distinct as water is to oil. This, so far as I can tell, is the relation between science and religion as such. Another very distinct is, one must say, the relation between scientists and religious people. This have been sometimes together, sometimes apart. Which is something rather sad than surprising about human beings. The scientist-dogmatic believer relation shows up a different face. It is, however, a face we should reject. It is the acceptance of a double standard for believing, and, as such, it is morally deplorable. Furthermore, it is the rejection of the individual’s autonomy, which constitutes the basic (perhaps only) foundation of morality and moral judgment. Religious people around the world should not only be taught about evolution. They should be taught about human rationality and how autonomy has to do with it. And this is nothing more than human nature, no need for gods here.

It is not surprising, human nature being so complex, that so few people (even among famous scientists) are able to understand this. Thank God we have people like Dawkins and Denett!

Sunday, July 23, 2006

Segundo Cuarto

Borges y la genialidad de la contradicción


Volvamos con Funes que, más que el memorioso, habrá de ser el imposible. Borges mismo notó ya varios problemas con su creación: Funes era absolutamente inútil, más allá de la inutilidad en la que existe en su cobacha, más allá de su definitoria incapacidad por salir de cama. Funes mismo y su gran sapiencia, esa que tanto y tan hermosamente nos vendió Borges, sufre de dos gravísimos problemas: es una sapiencia deleznable como sapiencia. Su precio es mera (y profundamente) estético. Peor aún, en su gran capacidad por imaginar las bases mismas de la racionalidad, como gran explorador de esa imaginada sintáxis craneana que bien puede estar ahí, Borges encontró un corto circuito que, a mi juicio, es idéntico al "descubrimiento" de los conjuntos transfinitos atribuido a Cantor. Quien logra entender plenamente el texto Borgiano lo hará a costa de perderlo, pues entenderlo es comprender que el texto es deliciosamente incomprensible, transfinito en su infinitud.

De la primera objeción trata Borges mismo. A quien daré el paso para explicar de la mejor forma posible la inutilidad de la sapiencia Funesta. De su imposibilidad hablaré yo, más por mi ignorancia que por mi sapiencia, pues no me he topado aún con otro Borges que señale este punto.

Cuenta Borges que en aquél imperio el arte de la Cartografía logró tal perfección que el mapa de una sola provincia ocupaba toda una ciudad y el mapa del Imperio toda una provincia. Con el tiempo esos mapas desmesurados no satisfacieron y los colegios de cartógrafos levantaron un mapa del Imperio que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él.

Menos adictas al estudio de la Cartografía, las generaciones siguientes entendieron que ese dilatado mapa era inútil y, no sin impiedad, lo entregaron a las inclemencias del Sol y de los inviernos.

En los desiertos del Oeste perduran despedazadas ruinas del mapa habitadas por animales y por mendigos. En todo el país no hay otra reliquia de las disciplinas geográficas. [Borges, Del rigor en la ciencia]

La utilidad de la ciencia se contrapone a su rigor. El fin del conocimiento humano no es representar profunda y esencialmente el mundo que vive. Pretender tal cosa es pretender convertir la ciencia en ignorancia. Pues equivale a tener un mapa del mundo que no es sino el mundo mismo y las disciplinas científicas se vuelven así una reliquia. Éste es el primer problema de Funes y es, también, característica definitoria del conocimiento humano. La representación humana no es mero reflejo uno a uno. Y sin embargo pretende serlo. Más aún, debe hacerlo.

Esta visión de Borges trae consigo las notas de un enredo racional. El conocimiento teniendo por fin un ideal que por necesidad no ha de satisfacer. Pero éste no es el punto más álgido del problema. El problema no es práctico o de afanes utilitarios. Los cartógrafos de aquél Imperio no contaban entre sus filas con Funes. De ser así su rigor habría llegado al grado de imposibilitar su tarea. Pues se antoja que mientras los colegios levantaban el mapa del sur del Imperio, tras haber terminado la parte Norte, esta última habría ya cambiado su figura, de manera que el mapa requería ya de una pronta modificación. La empresa de un mapa Imperial habría de convertirse así en un ser vivo como el Imperio mismo y, como tal, en una empresa necesariamente inacabable.

Por fortuna los colegios de cartógrafos no tenían de qué temer. Pues la idea misma de un Funes cartógrafo, plomero, escritor u albañil es ella misma incomprensible. Funes no sólo debió haber notado que el perro de las tres quince era distinto del perro de las tres dieciséis, sino también que el Funes de las tres quince no era el mismo que el Funes de las tres dieciséis – peor aún, que el Funes que comenzaba una oración no era el mismo que la terminaba. De manera que el Funes que identificaba un perro no era el mismo que identificaba al otro y decir que este último recordaba al perro inicial es un grave error, pues presupone lo que hemos negado: que el Funes de las tres quince sea el mismo que el Funes de las tres dieciséis. No es posible, entonces, que distintos Funes recuerden lo suficiente para distinguir entre perro y perro, ¿cómo podrá el Funes de las tres dieciséis recordar a un perro, el de las tres quince, que dejó de existir antes de que él mismo lo pudiese identificar?

La incomodidad es tal que, conocedores de la gran memoria Funesta, nos preguntamos cómo es que Funes había olvidado este detalle. ¿Cómo olvido recordar las infinitas caras que su propia persona le presentaba? ¿Acaso habrá pensado Funes, no el que disitnguía a perros de distintos horarios, sino que el distinguía a Funes de distintos momentos, aquél segundo Funes, que la infinidad de objetos que la experiencia presenta se multiplicaba a sí misma infinitamente a partir de la infinidad de sujetos que ella misma presuponía y que, preocupado por recordar todo esto con un detalle Funesto, olvidó mencionarlo? Y entonces ¿se veía obligado a presuponer lenguajes Alfa y Omega, para distinguir entre los lenguajes - que ya contaban con subíndices en la escala de los naturales - de cada uno de sus infinitos Funes a quienes dedicaba fracciones igualmente infinitas de su memoria? ¿De qué tamaño es la memoria de Funes el que a Funes recuerda y entre Funes distingue? ¿Acaso necesitamos a Gödel o a Church para demostrar que hay aquí un corto circuito?

No hay tal cosa como un Funes sino, a lo sumo, una infinita sucesión de impresiones sin mayor relación que la contigüidad espacio-temporal. Lo cual nos recuerda que Funes no era tan memorioso como decía, pero sí multitudinario como aparentaba. No hubo ni habrá Funes. Lo que hay es la expresión de un deseo, de una utopía humana por desmenuzarlo todo sin desmenuzarse a sí mismo. Funes el memorioso es el mayor monumento a la imposibilidad de nuestros afanes de certeza. El conocimiento absoluto es imposible, presupone la inefable superposición de todas las experiencias en un mismo organismo, o la vista de todos los puntos desde uno mismo. El conocimiento por sí mismo es parcial y el escepticismo no es un ataque a éste sino su definición más cabal.

Con Funes, Borges logró lo inefable: la descripción de un mundo imposible. Un mundo que, por desgracia, sigue siendo inasible. En cuanto entendemos a Funes se nos va de las manos!

Éste es, pues, el segundo riesgo de la identidad.

Primer Cuarto

Dilema (¿irresoluble?)


“La cuestión de la unidad lo preocupaba por lo fácil que le parecía caer en las peores trampas.”

Las palabras, en sus multivariados usos, presuponen todas una función básica: la correspondencia con el mundo. Se utilizan para hablar del mundo, para imaginar al mundo, para criticar al mundo, para embellecer al mundo y para destruir al mundo. Ninguna de estas funciones sería posible si las palabras no tuvieran alguna correspondencia con el mundo.

Nos dicen por ahí, por una parte, que el mundo es un ente con vida. Lo cual significa que está en constante movimiento, constante cambio. En pocas palabras, que la manera más correcta de respetar la correspondencia palabra-mundo es hacer como Funes y construir un léxico infinito y de constante progresión. Esto sería lo más riguroso.

Por otra parte, nos dicen también que el uso excesivo de palabras es poco eficiente. Esto tiene dos problemas: primero, representa un gasto excesivo de energías, fundamento principal de todo ser viviente; y, segundo, consecuentemente resulta en un incumplimiento de la función principal del uso de palabras: comunicar (ya sea a uno mismo o al otro). Así, de hablar con todo rigor habríamos necesariamente de parar en Funes, aislado e incomunicado de sí mismo, por no poder relatar nada acerca de algo debido a la nimiedad de su existencia, tan etérea que no permite el relato.

Para evitar el problema de Funes los humanos han inventado lo que se llama un “gadget metafísico”. El invento se remonta a Parménides, según los amantes del círculo ateniense, y al Bhagavad Gita según los del otro bando. Ambos lo reconocen, sin embargo, como la ‘identidad’ (o ‘identität’ para darle más patetismo). El fin principal del movimiento pragmático-metafísico de la identidad es detener el furioso andar de un mundo que por ser vivo no deja de cambiar. O, dicho de otra manera, detener los afanes fluviales de Heráclito. El que el movimiento identitario es una invención resulta evidente tras mostrar que no hay un solo criterio de identidad que subyazca a todos los usos del gadget en cuestión. Así, por ejemplo, no hay siquiera la más remota relación entre el criterio de identidad para personas y el criterio de identidad para las células mismas de que están hechas esas personas. Es así como los humanos han evitado el claustro Funesto.

Lo han logrado, sin embargo, a un muy alto precio: corriendo el riesgo de olvidar, por completo, que el invento es un invento. Así, los humanos van por el mundo asumiendo esa identidad por todas partes, repartiendo filosas palabras identitarias que dividen y ordenan al mundo, presuponiendo que el mundo (aquél al que debieran corresponder las palabras) es así y tiene ese orden. En consecuencia se anda por el mundo creyendo que hay átomos y delfines, gringos y mexicanos, chinos y argentinos, europeos y rusos, casas y tugurios, ricos y pobres, inteligentes e idiotas. Esto resulta, en primer lugar, en un grave error debido a la falta inicial del rigor Funesto. No se habla del mundo sino que se impone un mundo. En lugar de pensar, sentir y reconocer el mundo (como se reconocen las paredes de un cuarto a oscuras), lo deseamos y soñamos imponiendo, por desgracia, un sin fin de pesadillas. En segundo lugar, pero aún más apremiante, queda eso: el hecho tristemente reconocido de que lo que imponemos son nuestras pesadillas, nuestro odio, nuestra rabia.

En suma, nos vemos obligados a elegir entre el aislamiento todo sapiente, todo sintiente, de un Funes que por sí mismo encierra sus terribles paradojas (ver siguiente texto) y un abuso ad nauseam del gadget identitario.

La identidad tiene sus trampas, la puerta de entrada son las palabras. Habría que empezar a hablar y escribir con la incertidumbre en la bolsa. Pues, en sentido estricto, hay tantas palabras distintas como usos, emisiones y borrones de lo que (en uno de esos restos de Platonismo que nos queda) solemos identificar como una y la misma palabra. Así, habría que reconocer que todos los signos similares a éste ‘una’ tienen (todos) un significado distinto. La unidad de las palabras y los significados no se sostiene con identidad, ni el escepticismo se salva con gadgets metafísico Parmenídeos. A joderse! Ni lenguas, ni significados, ni palabras, ni personas, ni barrios, ni ciudades, ni ríos, nada dura más que un segundo (o quizás menos).

Habrá que usar las palabras sabiendo que con el viento se van ellas y sus significados. Y también, por supuesto, nos vamos nosotros!

Saturday, July 22, 2006

¿Yo?




Iba a escribir algo sobre la inexistencia del Yo. Ese sustrato que presumiblemente subyace a toda metamorfosis, a todos nuestros cambios. Tenía la cita elegida. Era de Cortázar. Pero entre más la leía más me convencía de su aporética verdad. Así que me decidí por comprobar mis ideas eliminándome y dejando sólo a aquél otro.


La cuestión de la uniad lo preocupaba por lo fácil que le parecía caer en las peores trampas. En sus tiempos de estudiante, por la calle Viamonte y por el año treinta, había comprobado con (primero) sorpresa y (después) ironía, que montones de tipos se instalaban confortablemente en una supuesta unidad de la persona que no pasaba de una unidad lingüística y un prematuro esclerosamiento del carácter. Esas gentes se montaban un sistema de principios jamás refrendados entrañablemente, y que no eran más que una cesión a la palabra, a la noción verbal de fuerzas, repulsas y atraccciones avasalladoramente desalojadas y sustituidas por su correlato verbal. Y así el deber, lo moral, lo inmoral y lo amoral, la justicia, la caridad, lo europeo y lo americano, el día y la noche, las esposas, las novias y las amigas, el ejército y la banca, la bandera y el oro yanqui o moscovita, el arte abstracto y la batalla de Caseros pasaban a ser como dientes o pelos, algo aceptado y fatalmente incorporado, algo que no se vive ni se analiza porque es así y nos integra, completa y robustece. La violación del hombre por la palabra, la soberbia venganza del verbo contra su padre, llenaban de amarga desconfianza toda meditación de Oliveira, forzado a valerse del propio enemigo para abrirse paso hasta un punto en que quizá pudiera licenciarlo y seguir - ¿cómo y con qué medios, en qué noche blanca o en qué tenebroso día? – hasta una reconciliación total consigo mismo y con la realidad que habitaba. Sin palabras llegar a la palabra (qué lejos, qué improbable), sin conciencia razonante aprehender una unidad profunda, algo que fuera por fin como un sentido de eso que ahora era nada más que estar ahí tomando mate y mirando el culito al aire de Rocamadour y los dedos de la Maga yendo y viniendo con algodones, oyendo los berridos de Rocamadour a quien no le gustaba en absoluto que le anduvieran en el traste. [Cortázar, 1963, c 19]

Voy a descuartizar esta cita en los próximos días.

Friday, July 21, 2006

Del amor y otros milagros



Hoy me quedé pensando en el amor y sus poderes causales. He terminado al fín un texto muy largo sobre Fichte y la fundamentación del derecho en la naturaleza humana. Particularmente en la naturaleza y desarrollo de las capacidades cognitivas humanas, como la ascripción de creencias, deseos y otros estados mentales. Resulta que explicar cómo es que, después de suficiente tiempo, todos terminamos por tener teorías sobre la vida mental de los demás es algo complicado. Yo, por ejemplo, creo que un montón de gente cree que yo creo que ellos tienen creencias. Pero están equivocados. Yo creo que ellos, como yo, no creen nada.

Explicar esto, como decía, es terriblemente complicado. Es exactamente igual que explicar cómo es que, sin ejercer capacidades lingüísticas previas, terminamos por hablar (todos) eso que (todos) llamamos 'lengua materna'. Así las teorías y chismes sobre los demás y nuestra capacidad de contarlos corren en paralelo.

El amor me vino de sorpresa, cuando leía un ensayo maravilloso de Mark Stocker llamado "The Schizophrenia of Modern Ethical Theories". Resulta que, señala el siracusano, la mayoría de nuestras teorías éticas están de cabeza. Toman, primer error, como lo más importante a la justificación racional por encima de la motivación emocional. Siendo la ética una teoría de la acción y ésta resultado de la motivación, el error se siente craso.

En segundo lugar, confunden las causas por los efectos. Así en lugar de tomar al amor como la causa de una acción moralmente encomiable, la toman como la consecuencia de acciones (sin decir cuáles sean) moralmente encomiables. Esto resulta, entre otras cosas, en que cuando se hacen acciones por cumplir con el deber que no resultan en hermosas y virtuosas consecuencias, como el amor, lo que se termina por desechar es la consecuencia buscada (e.g. el amor) y no la inútil búsqueda del deber por el deber.

La esquizofrenia radica, se dice, en la disociación entre la teoría ética que el individuo pretende seguir (o le dicen que siga) y las motivaciones que él mismo, en su intuitiva búsqueda por la buena vida, quiere seguir. El resultado, como todos conocemos, es un montón de frustrados que, sin importar la buena calidad de sus vidas, jamás la disfrutan.

Pero esto fué sólo la entrada. Lo demás me llegó, como decía, por la fundamentación racional del derecho. Y es que resulta que para que un ser humano madure cognitivamente es necesario establecer límites de convivencia con él: éstos límites se antojan como provenientes del derecho. Pero a mí se me antoja que los meros límites no son suficientes. Se me antoja, por ejemplo, que también es necesario algo de intervención, eso que, sin saberle mucho, llamamos 'amor': paterno, materno y fraternal. Sin ello, creo, no es posible crecer!

Por crecimiento no me refiero al 'espiritual'. O quizás sí y entonces lo que aquí descubrimos es que 'lo espiritual' es el desarrollo cognitivo-psicológico que nos convierte en exasperantes máquinas de pensar, decir, sentir y hablar. Es decir, el amor, como instrumento de eficacia causal, es tal que termina por darnos competencia lingüística y psicológica. Eso que nos convierte, pues, en lo que somos.

Pero no sólo y es que además de humanizarnos desde pequeños, de convertirnos en esos hombres libres y entes morales que tanto admiraban Rousseau y con él Kant, el amor también se convierte en nuestro medio ambiente. Se convierte, por ejemplo, en el hogar que los amantes de la foto han perdido entre el fuego incesante de las colinas californianas.

Como todo en la naturaleza, hay problemas con los excesos, atrofia e hipertrofia, mucho amor y poco amor pueden dañar un tanto. En este caso me atrevo a contradecir a Aristóteles y afirmar que la falla en el exceso es infinitamente mejor que la falla en la carencia. Siempre será mejor ser un malcriado que un criminal. Eso sí, siguiendo al estagirita, lo más virtuoso es el punto medio. Porque si no luego se dan de topes con el mundo. A mí, por ejemplo, me dieron un montón de amor. Por consiguiente luego me pasa lo que a Oliveira:

"que como siempre me costaba mucho menos pensar que ser, que en mi caso el ergo de la fracesita no era tan ergo ni cosa parecida"

¿Cómo le hacen?




Supongamos, por mor de este pequeño texto, que conocer es tener una opinión justificada. Y que la justificación supone, al menos, razones suficientes para creer en el contenido de esa opinión. Suficiente epistemología, vayamos ahora a la grilla.

Hay paises que defienden sistemas de manutención del poder basados en la expresión del deseo de sus empleados (perdón, de sus ciudadanos). Nótese que lo importante es lo expresado y no el deseo interno. Esto permite, por ejemplo, que personas que comparten el mismo deseo (e.g. tener un trabajo, seguridad social, paz, etc) lo expresen de manera tan distinta que terminen por recibir etiquetas distintas. Tal es el caso de millones de “mexicanos” que comparten un mismo deseo con distintos matices: unos amarillos y otros azules. Lo que con esto se permite es la confrontación entre personas que, en lo básico, comparten una gran cantidad de ideas y deseos. Así es como se muestra, lentamente, la inutilidad de la democracia. Nombre que le han puestos estos países a sus mecanismos de control.

Hagamos una segunda suposición: que en el sistema arriba mencionado la manera de obtener el poder, todo el poder y nada más que el poder, es por medio de tarjetitas que representan la expresión de los deseos del ciudadano. El juego es simple como el Turista Mundial, quien tenga más tarjetitas gana. Así que si uno se pregunta quién gana, la manera de responder es contar las tarjetitas. O, según supusimos, habrá de tenerse una opinión (e.g. ganaron los amarillos) y razones suficientes para creerlo (e.g. hemos contado más tarjetitas que para los azules).

México es uno de esos países. Uno que cabe traer a cuenta porque hoy día ha encontrado un grave problema con su sistema. Lo curioso no es que tenga el problema sino que haya tardado tanto en darse cuenta de que lo tiene. El problema es de raíz epistémica: nadie sabe quién tiene más tarjetitas. ¿Cómo así? Se preguntará usted: bueno pues es que más de uno dice tener más tarjetitas. ¿Pero debe haber alguien que haya contado ‘todas’ las tarjetitas? Pues sí, pero todos sospechan de él. En particular porque le dio la victoria a los azules y no a los amarillos. ¿Pero alguien tenía que haber ganado? Pues sí, pero todos queremos más a los amarillos. ¿Pero las tarjetitas o las tienen o no las tienen? Cierto, pero aún así, contar cuarenta y un millones de tarjetitas no es cosa fácil. Así que nadie sabe nada. ¡Qué dilema señor!

Sin embargo, aunque es dilema, la gente no calla ante su presencia. Los dos bandos, como ya dije, afirman ganar. Uno de ellos (el amarillo) viene a cuento por su constante insistencia en saber los resultados. Una larga lista de gente sapiente, sensible e inteligente apoya a los amarillos. De manera que llama la atención entender lo que se dice. Todos afirman al unísono, como Gabriela Rodríguez, que las manifestaciones de una pequeña parte de los dadores de tarjetitas constituyen una lucha en defensa del voto. Así llamarlo presupone que el resultado previamente ofrecido es incorrecto. Es decir, si esas movilizaciones son lucha por el voto entonces debe ser porque ellos, Gabriela Rodríguez inicluída, saben quién tiene más tarjetitas en sus bolsillos.

-¿Pero entonces Gabriela contó las 41 millones de tarjetitas?

-NO! Claro que no.

-¿Entonces solamente opina sin saber?

-No! cómo vamos a creer eso, ella y los demás sapientes amarillos afirman con razón!

-Pero ¿qué no habíamos supuesto que para saber no basta con opinar? ¿En dónde están las razones suficientes para creer? ¿cómo sabe Gabriela que los amarillos ganaron?

- No lo sabemos, tampoco lo dice ella. Supongo que tiene información secreta, como todos los amarillos. Lo que si saben, dicen, es que los engañaron. Dicen que las listas de conteo de tarjetitas están mal hechas, que nadie sabe contar en México (cosa que, acá entre nos, puede ser muy cierta).

- Pero esto no demuestra que hayan ganado los amarillos. Y eso es precisamente lo que se supone cuando se hace la marcha en defensa del voto. ¿O no?

- Sí pero, aunque no lo demuestre, da mucha rabia.

- Ah! Pero esto se trata de ver quién tiene más tarjetitas, no de ver quién tiene más rabia!

- Pus si, pero no le aunque. Vamos todos a darles en su madre! Al fin que qué, ¿te me vas a volver un defensor de la democracia de la noche a la mañana?

- No eso si que no. Si esto sirve de algo que sea pa’ enseñarles que la democracias sirve para dos cosas…

Y pa’ los que crean lo contrario díganme, por favor, porque cada vez estoy más intrigao’, ¿cómo saben cuántos votos tienen si no los contaron? ¿Cómo? Lo digo porque seguramente que tienen algún método, de esos super nais y ultramodernos, que ya ni contar necesita para saber quién tiene cuántas tarjetitas.

Por favor Gabis, dinos ¿Cómo?

Wednesday, July 19, 2006

La lengua biperina de AMLO

No sólo resulta que AMLO apoya a la violencia, la cual tan fácilmente pasa de lo verbal a lo físico (y si no que le pregunten a los fanáticos del futbol), sino que ahora también hipócritamente se dedica a manejar un doble y hasta triple discurso propio del encantador de serpientes que es. Su resistencia es pacífica, sin embargo, al preguntarle Loret de Mola sobre la violencia mencionada en el texto siguiente de este blog, Responde:

-¿Condena usted los hechos ocurridos hoy (martes) contra Felipe Calderón?

-No, no, no, condeno el fraude electoral -replicó.


Su fraude es igual que el del 88, afirma. Y probablemente lo és, porque los actores del fraude en aquél entonces están ahora todos con él, incluído el tan infame (gracias al 88) ex secretario de gobernación, Manuel Bartlett. Dicen por ahí que las malas mañas nunca se quita y ahora lo vemos confirmarse en el fraude que López y sus secuaces pretenden cocinar. Tan doble y triple es el discurso del hipócrita López que ahora hasta se atreve afirmar, contra lo que todo el mundo SABE ya, que Bartlett nada tuvo que ver con el fraude de aquél entonces. Véase, por ejemplo, la transcripción del universal de la entrevista realizada a López por Loret de Mola:


"Al inquirirle el conductor sobre el hecho de que ahora le apoyan presuntos responsables de ese fraude, como Manuel Bartlett, senador priísta y entonces secretario de Gobernación, dijo que no creía que él fuera el culpable."


Quien sea capaz de seguir apoyando a este personaje aún después de afirmaciones como éstas, debo decir que tan sólo me inspira un poco de pena, de esa que tan jovialmente llamamos 'ajena'.

La Jornada y su xenofobia


Quizás sea una de las más grandes ironías de nuestra forma humana de ser la gran homogeneidad con que la Xenofobia, esa terrible patología de la arrogancia humana, se presenta. Es bien sabido que la xenofobia, como el VIH, no distingue género, clase social, nacionalidad, lengua, orígen, ni ninguna otra de las bases en las que los humanos solemos apoyarnos para ser xenófobos. Hombres, Mujeres, ricos, pobres, mexicanos, estadounidenses, brasileños, hispanos, francófonos, latinos, sajones, árabes, los de aquí y los de allá, todos, en algún momento actuamos xenófobamente. Es casi tan natural como respirar o caminar.

No obstante su 'naturalidad' la xenofobia es, en todo momento y lugar, injustificable. Sus consecuencias son variadas y multicolores. Van desde el simple ninguneo y frustración hasta el asesinato, pasando por la descalificación y la eliminación del victimado. Me atrevería a afirmar, siguiendo mi analogía, que la xenofobia ha sido tan dañina para la humanidad como el VIH mismo. Millones, centenares de millones, han muerto a su pies a lo largo de la historia. Es preocupante ver que nadie esté dispuesto a erradicarla. Más preocupante aún es ver a representantes oficiales y medios de opinión pública envolverse en el manto de esta terrible enfermedad.

Digo esto porque el día de hoy el periódico La Jornada hizo gala de su eterna incapacidad de autocrítica para mostrarnos qué tan capaz es de ejercer su gran potencialidad xenófoba. En su portada aparece la foto aquí presentada con una nota explicatoria: tras salir de un encuentro el candidato panista fue enfrentado por personas que, de alguna manera, burlaron el cerco de seguridad para golpear la ventana de su auto e insultarlo. Hasta aquí todo muy bien. Se trata simplemente de una nota periodística. Nadie tendría porque calificar esto de 'xenófobo' ni mucho menos.

Incluso en una nota, que supongo es editorial por carecer de autoría, afirma La Jornada que actitudes como la difundida no deben tener lugar. Increpa tanto al EMP encargado de la seguridad del candidato en cuestión como a la jefatura del PRD quien se deslindo de aber llamado a la gente para enfrentar al candidato. El regaño se debe a la respuesta de la cúpula perredista "se trata" afirmaron "de una respuesta a las provocaciones del blanquiazul y de la cúpula empresarial." La respuesta es a todas luces estúpida, los perredistas parecen sufrir de una agudización de su común miopía (ésta, por cierto, es mi opinión personal, no la de la nota editorial).

Lo curioso de todo esto es que el periódico parece sufrir de una incomunicación interna brutal. Pues, editorial a lado, en la portada misma encuentra uno la siguiente afirmación y su ya infame Rayuela de todos los días: "A ver si esto sirve para que en lo futuro los funcionarios dejen de lucir su inglés de Boston y pidan traducciones oficiales al idioma que todos entendemos." ¿Cómo se supone que deba uno entender éstas líneas?

¿Acaso significa que hablar inglés, a diferencia de hablar 'chilango' o 'regiomontano' o cuál, es algo que merece insulto? ¿Acaso debe uno avergonzarse cada vez que palabras similares a las de Shakespeare, Wilde, Wolf, Thoreau y Melville salen de su boca? ¿Acaso la lengua anglo sajona es deleznable?

Sospecho que la Rayuela asume que sabemos del candidato Panista que realizó estudios en la universidad de Harvard, ubicada en Cambridge (MA), que no en Boston. Sospecho que la Rayuela también sabe que dicha universidad es la mejor universidad del Planeta. Sospecho también que lo mejor que podríamos esperar de nuestros gobernantes es que tengan la mejor educación posible. La crítica, entonces, no se debe a que el candidato en cuestión haya realizado estudios en una institución mediocre. Se debe, sospecho, al simple hecho de haberlos realizado en el lugar en donde los realizó. Pero resulta entonces que estudiar en una universidad de habla inglesa es deleznable, algo que merece un insulto. O será que la Rayuela sabe con pelos y señales que la educiación recibida allende el Bravo es inmoral?

¿Acaso sea que, simple y llanamente, la Rayuela asume que unas lenguas son mejores que otras? ¿Será entonces que debemos hablar la lengua que "todos entendemos" o seguirémos siendo objeto de ataques, insultos y burlas? ¿Cuál es esa lengua, me pregunto? ¿Será, como dije, alguno de los cientos de lenguas que se hablan en el país y que solemos todos llamar 'español'? O quizás debamos todos aprender el castellano propio de Iberia (acentos, por supuesto, a escoger). Pero qué hay entonces del tojolabal, y qué del tzotzil, el maya, el náhuatl, rarámuri y las otras 65 lenguas hasta ahora reconocidas. Sospecho que la lengua de la que habla la Rayuela y a la que pide traducción no es el zapoteco... ¿Sabrá acaso la Rayuela, como debería saberlo, que su contraparte (porque los xenófobos se alimentan unos a otros) en el país vecino también ha insistido, con respecto a la legalización de los doce millones de ilegales, que antes que nada deben hablar inglés y olvidar su español, "porque es la lengua que todos entienden"?

¿Será entonces que la Rayuela busca que todos los indígenas del país hablen "la lengua que todos entendemos" porque sino serán objetos de improperio (como ya, de por sí, lo son)? ¿Se estará entonces justificando la actitud xenófoba con que se le ha impuesto un xenófobo aislamiento cultural a los indígenas...

Todas éstas son consecuencias de las estupideces escritas por la Rayuela hoy, Miércoles 19 de Julio de 2006 . Estupideces que, en medio de un ambiente de confrontación política que conlleva, cada día más, actos de incomprensión y desprecio, sólo sirven para echar más leña al fuego. Pido entonces que la Jornada se permita el lujo de pensar dos veces antes de llevar a imprenta sus emociones o que, en caso de no poderlo hacer por una inevitable y tradicional falta de autocrítica, se limite a guardar silencio.

Monday, July 17, 2006

Cartas de amor desde alteregos

Amor mío:

Sabes que te he buscado permanentemente desde aquel día en que la fortuna cruzo nuestros caminos. He perseguido el aroma que volátil escapo de tu hermosa y larga cabellera rubia, y ese aroma me ha llevado a fuentes claras y majestuosas en países lejanos donde los pájaros beben el agua mientras cantan loas a tu figura esbelta. Persiguiendo el camino de flores que tus pies ligeros van dejando tras de ti, he encontrado tesoros indecibles en la sombra de las palmeras de un oasis secreto en el desierto más profundo.
Desde aquel día, he dejado de ser el mismo a cada instante, tu voz llena las amplias cámaras de mis palacios y castillos que han dejado de ser mi hogar.
Mi patria son tus ojos, y mi espada y mis ejércitos numerosos, y mis caballeros todos están a tu servicio.
No he olvidado aún cuando me dirigiste por vez primera la palabra, el mundo entero dejó de respirar, los cantos se detuvieron, las bailarinas cesaron su arte, el silencio nunca fue tan hermosos como cuando dejó que tu voz acariciara mis oídos y cada palabra tuya, redonda y perfecta, como dulces perlas del lejano oriente.
He buscado desde entonces el lugar en el que descansan tus sueños, he llegado a las cuatro fronteras de mi reino preguntando por tu morada, he escalado todas las montañas y torres, he sitiado ciudades, derribado imperios y borrado del mapa a más de un pueblo salvaje por encontrarte.
Nadie sabe donde habitas sin embargo todos saben de quién les hablo, y es que tú, princesa de blancas manos, eres famosa por todo el orbe, tu hermosura es reconocida en todas las naciones a las que me han llevado mis corceles.
Llevo entre mis pertenencias joyas, inciensos, perfumes, finas telas, manjares y vinos que sólo a ti te pertenecen. Voy en busca de ti, dueña de mi corazón errante.
Por las noches grito a los vientos tu nombre e incluso el cielo se desgarra cuando no contestas al lamento de mi llamado.
Las aves me acompañan y me ayudan por que quieren ellas también revolotear a tu lado y cantar contigo.
Mi capa esta hecha jirones, mi corcel parece ya un caballo viejo, mi armadura de plata es un hierro oxidado, mi estandarte no es más que una insignia borrada por el tiempo. He dejado mis palacios, mis reinos, abandonado a mis súbditos y posesiones en busca de tu amor y de tu rostro.
No cejare en esta mi más loable empresa, te has convertido en mi única esperanza, en la única conquista que me interesa, en mi religión y en la fe de mi pueblo entero.
Me han abandonado mis hombres, atacadome fieras y hordas salvajes de moros insaciables en la sangre, he vencido ejércitos de fantasmas y cruzado los más amplios mares. Se que cada paso me acerca a ti pero me aterra el no poder llegar en todo mi esplendor al linde de tu lecho.
Ante ti me hinco y deposito mis armas a tus pies. Soy tuyo desde que cruzaste, hace tiempo, los arcos de mi castillo.
Doncella mía, luz de mi vida, espérame que ahí estarè cuando tú me necesites. Luchare contra quien sea necesario para proteger tu honor.
Tu más fiel servidor y amante.
Bruno Velade Elcruzado.
Caballero Andante.




Dueña de mi alma:

Me atrevo a dirigirme a ti, Doncella Blanca, porque durante la noche, justo en el momento en que levantaba mi rostro al final de las últimas plegarias, la luna creciente y su sonrisa ajena me recordó aquel afortunado día en que tuve el honor de ser tu huésped. Recuerdo que cruzabas el Sahara en dirección a tierras profanas y que al cruzarte con uno de mis Emires éste fue digno de mi servicio y, hablándote en mi nombre, te convino a ser la invitada de honor del banquete que yo organizaba, esa noche, en honor al Califa de la antigua Mesopotamia.
Las noches son largas y frías en el desierto, y más cuando tu rostro se refleja y aparece en cada rincón de los mil jardines y sus fuentes que rodean mis aposentos.
El marfil y la seda me recuerdan tu piel suave y blanca, los manjares de almendra y miel el sabor de tus mejillas.
He escuchado que más de un cruzado se encuentra en tu búsqueda, enloquecido, como si fuera en persecución del Santo Grial.
Tú, doncella de mi alma, no puedes ser comparada con nada de lo que existe en este mundo ni en el más allá, he violado mis juramentos y he dejado de adorar a Ala porque sólo por ti mi sangre fluye, sólo por ti levanto mis oraciones siete veces en un día. He ordenado que caravanas de cientos de camellos y hermosísimos caballos con sus jinetes recorran toda la ancha tierra para pedir tu mano en mi nombre, no he olvidado llenarlos de oro y plata, de tesoros invaluables, azahar y dátiles multicolores para ofrecerte y regalarte.
No me siento dueño de mis sentidos desde que me dejaste, la extensión del desierto me es indiferente, las claras aguas de los manantiales no sacian mi sed, el resplandor del oro me parece más bien opaco, el juego del ajedrez me agobia y peor aún, me aburre, los bailes, las carreras y la reconquista de Jerusalén me son del todo insoportables, me he vuelto un extranjero en mi propia tierra.
He decido dejarlo todo, abandonar las minas y a mis leales hombres para ir yo solo en tu búsqueda. Solo yo puedo demostrarte de lo que soy capaz para ganarme tu favor.
Salgo mañana en luna nueva, cuando las mezquitas estén vacías y sus azulejos brillen como estrellas en el monte, dejaré atrás los más bellos alminares cargando tan sólo los últimos secretos que el más sabio de los Jeques deposito en mi para que te los diera "No existe el amor si no es correspondido y sólo se ama una vez como se ha de amar en esta vida".
Solo yo, mis corceles y mi curvo sable atravesaremos las arenas y los días para encontrarte. Mi amor palpita, lo que de vida me queda me queda tan solo para dártela. Deseo dedicarme hasta la muerte a tu placer y a tu servicio.
Siempre tuyo. Siempre amante.
Eldelin Gadel Zaleb.
Mujaidin y Príncipe de Arabia.










Mi reina.

El invierno está por concluir, las grandes estepas comienzan a reverdecer y el cielo vuelve a regalarnos el alto vuelo del halcón.
La mitad de Europa ha sido tomada por nuestras huestes, Atila mismo me habría condecorado como el más feroz de sus guerreros haciéndome rey de la ciudad que yo eligiese. Como jefe majiar, al final de la más cruenta batalla en la que logre sitiar a los últimos cristianos de estas tierras he decidido asentarme, regir y engrandecer a la victoriosa e invicta ciudad de Pest, bastión del pueblo de los hunos.
Aquí, a las orillas del Danubio siento tus pasos, escucho en la corriente cómo es que te mueves silenciosa entre las nubes de oro en busca del éter que te alimenta. Después de jornadas de hierro y sangre dedico mis noches y mis días a pasear mi altivo cuerpo por las praderas de éste hermoso territorio.
La embriaguez del vino hace bullir mi sangre como en el campo de batalla y me imagino siendo una feroz bestia en persecución tuya, mi hambre es insaciable, tu olor a hierba y rosas agita mi corazón y te persigo y te deseo más y más a cada instante. Tu sabor a sal y agua, a vino y tierra confunde mi mente y quiero devorar tu cuerpo con mis manos y deleitar mis labios con tu sangre. Voy furioso atrás de ti en una cacería salvaje e incontenible, quiero poseer tu cuerpo, invadir tu alma, destrozar todo obstáculo que se interponga entre mi sed y tus delicias, deseo acabar conmigo mismo mientras te disfruto paso a paso, centímetro a centímetro, bocado tras bocado.
Eres mi placer y mi pecado, mi adicción es ya una demencia, no puedo dejar de imaginarme rodeando tu desnudez, atacando las altas torres de tu cuerpo, tomando sus colinas, sitiando todas tus entradas para tomarte asalto tras asalto hasta quedar sin fuerzas y yacer contigo fatigada entre los matorrales.
Mi gente me cree perdido, me observan desconsolados viéndome como una bestia que saliva y corre desnuda persiguiendo a su propia imaginación delirante, no saben que más de una vez te he amado, que en las noches me visitas y haces de mi cuerpo tu juguete y yo del tuyo mi avaricia.
Nadie sabe que soy tuyo, que su rey es siervo de una diosa, que me alimento de tu malva y de toda el agua que mana de tu cuerpo. Nadie sabe que tú eres la dueña de mi semilla y la guardiana de mis sueños.
He de salir de esta prisión, abandonar a todos los jefes majiares traicionando la consecuente conquista del mundo, he de dejar la cacería del halcón y los juegos de arco y flecha. He perdido la razón pero he ganado la fortuna de poder tenerte entre mis brazos y adentrar mi alma en tu cuerpo blanco, dulce y fino.
Morir o atraparte, esa es mi nueva ley, partiré sólo con mi ave de presa, con mis redes, con mis flechas y mi lanza hasta el confín del mundo para acabar con esta insania. Quiero lamer tu cuerpo hasta que desaparezca, quiero escuchar tu voz hasta que calles, quiero entrar en ti para no salir nunca y hacer de tu cuerpo mi cuerpo y único reino.
Tienes en mí al más salvaje y desquiciado, al hombre más dispuesto a dar su vida por un instante al lado tuyo. Sólo tú puedes otorgarme mi remedio.

He de escribirte luego pues se acercan ejércitos otomanos a quienes debo atender con el filo de mi lanza y el poder mi infatigable brazo.
Onürb Zeuqzalev Gördian.
Jefe Magiar Rey de Pest.

Cien años han transcurrido desde que las murallas de Troya yacen lamentando su pérdida. La ciudad que ardió hasta volverse viento, cenizas y humo ha dejado de existir.
Todos los héroes que ahí hallaron su destino no son más que un túmulo bajo las arenosas playas. Las veleras naves han partido con rumbos distintos y desconocida suerte.
Me he quedado yo, permaneciendo bajo las sombras de los olivos, bebiendo del agua que aún brota de las fuentes rotas, casi derruidas, de donde bebía la estirpe de los argivos. Mis hombres me han abandonado, me han abandonado los ejércitos, los tídidas y los ayantes. Aqueo ha caído muerto y descansa ahora junto a Patrolco. Odiseo perdido, las voces de Héctor y Príamo ya no escuchan sobre la tierra.
Han desaparecido los carros, el duro bronce ha dejado de brillar en estas costas, los gritos y los tambores se encuentran en silencio. La guerra ha concluido y yo sigo luchando.
Vine aquí buscando gloria y vida eterna, sólo encontré muerte y la más enorme de las melancolías.
Unos guerrearon por Helena, otros por el oro, unos cuantos por honor y muchos otros defendiendo las orgullosas puertas de su ciudad.
Engañado por Atenea zarpé a lejanas tierras creyendo que aquí estarías, pensando que alguien como tú sólo podría vivir en la mejor de las ciudades, entre dos mares y bajo la mirada de los dioses.
Todos han partido ya, muertos o cubiertos de riquezas, pero yo no hallé nada aquí que pudiera remplazarte.
Sé que existes, sé que de alguna manera has pensado en mí. En mis sueños te presentas bajo distintos rostros, mas siempre bella y llena de hermosura. Me hablas cuando callo, me acompañas en cada instante y en cada aliento vives dentro de mí.
Ni todos los caballos de Troya y todas los dardos de los aqueos se asemejan en número a las veces que una lágrima ha partido de mis ojos en busca de su llanto; y es que la vida sin ti no es vida, el amor que crece va desvaneciendo todo el mundo circundante hasta dejarme solo, sólo sin ti lo demás no vale.
Muchos dioses han querido ayudarme, me han ofrecido obsequios para aminorar el dolor intenso que siente mi alma por el vacío de tu presencia.
Estoy enloqueciendo, muere cada parte de mí al no sentir el calor de tu cuerpo, al no escuchar tu aliento alado.
He sufrido tanto por tu ausencia que ya nada me atemoriza. Ni cíclopes ni bestias, ni las furias ni el rayo pueden ya nada conmigo.
Voy desnudo, arropado tan sólo por mi melancolía, mi corazón descalzo siente cada paso, cada falla en el camino. Mi barbudo rostro no dirige su mirada hacia ninguna parte. Te busco dentro de mí, en lo más secreto e íntimo, en los laberínticos rincones de mi mente para recrearte, para lograr siquiera acariciar con mi memoria la calidez de tus tiernos pechos.
He perdido mi lanza, mi carcaj lleno de flechas, mi arco y mi escudo, mis broncíneas grebas ya no cuidan de mis piernas y el juego de dados ha dejado de ser un pasatiempo pues dicta ahora mi fortuna.
Espero frente al mar a que los vientos traigan un navío, fenicio o cartaginés, egipcio o etrusco, eso lo decidirá la suerte. Fortuna es ya la dueña del acontecer en cada día.
Sólo espero que alguien pueda mostrarme el camino a tu morada, que me señale en el horizonte dónde es que se encuentran las altas torres que resguardan tu hermoso peplo rubio y ardiente como los imborrables atardeceres del mar adriático.
Te amo.
Bruneo Artórida Délfaros -Naufrago de su propia isla-.
Hermosa:
Guardo tu sonrisa en una caja de piedras rosas, tu mirada la conservo en gotas del ámbar más puro, los ecos de tu voz permanecen vivos en las plumas de las aves más bellas que sobrevuelan mis jardines estivales.
Todos los recuerdos que hemos fraguado en los fuegos más ocultos de nuestra pasión imperturbable los esconden y los limpian las quietas aguas del golfo báltico.
En el rumor del Neva viven nuestros secretos que incesantes fluyen hasta convertirse en agua y confundirse con los mares.
Las cúpulas de las iglesias son como la piel de tu cuerpo bañada en oro, los bosques más profundos se asemejan a tu cálido interior que es insondable y que es el más hermoso de todos los lugares.
El cielo abierto que se curva con la tierra refleja tu espíritu claro y aéreo, sus nubes extensas y soberanas son como tu rostro majestuoso que me llena y me desbarata en pequeñas gotas de amor que se desvanecen entre tus manos buscando la eternidad de tu cariño.
Los arroyos que recorren la tierra cantan para llamarte y las golondrinas levantan el vuelo honrando la altura de tus piernas finas.
Todas las obras de arte imitan una porción de tu belleza, todas las canciones buscan complacer a tus oídos perfectos y pequeños como las conchas más selectas de las costas marmóreas bañadas por aguas cristalinas.
De todos mis tesoros sólo cuido de no perderte. En el palacio de invierno no hay oro ni preciosas piedras ni plata suficiente que puedan hacer que yo te olvide.
Vivo muriendo de miedo de pensar que podría no ser tuyo. Pensar que te amo y que me amas es lo que me hace feliz en las noches lluviosas y en los días sin lluvia.
Son penosas las horas que pasan porque son horas que ya no podré vivir contigo.
El futuro es sólo deseable porque es ahí donde podré seguir amándote.
Sin ti soy nada, no soy nadie si no es para desearte y para poder servir de algo en la construcción de tus deseos. Quiero ser eternamente tuyo, quisiera ser un lago en el que te bañes todos los días y así poder besar tu cuerpo entero y acariciar todos sus rincones.
Quisiera ser tan pequeño que cupiera entre tus manos y así poder viajar contigo y no dejarte.
Quisiera ser tiempo para contemplar cada segundo de tu ser en esta tierra, quisiera dedicarte cada instante cuidando que no te falte nada, cuidando que nada te falte.
Es tanto mi amor que ya no puedo imaginarme si no es contigo.
Te adoro tanto que ya no se como adorarte. Por ti mi voz fluye y brilla mi existencia, por ti soy capaz de todo. No cambiaría de ti nada y sí todo de mi para lograr que permanezcas a mi lado.
Como en las noches blancas en ti no hay nada oscuro y todo se encuentra sublimemente iluminado, junto a ti no existe la tristeza. Por ti convertiría mis fuerzas en un águila bicéfala y te daría el más grande de los imperios. En mí, tu honor se encuentra resguardado como las siete iglesias que alimentan el corazón del Kremlin.
Sin ti soy una pequeña isla rodeada por las corrientes a la voluntad de las volubles y misteriosas aguas, sin ti mi soledades es más aguda que la de la única mezquita moscovita.
No me dejes, dime que me amas, permíteme dedicar toda mi vida tan solo a amarte.
Te amo, preciosa, te amo tanto que me duele pensar que podría no haberte conocido.
Te amo tanto que ya no me queda amor ni siquiera para mi mismo.
Boris Vlady.
Soldado de infantería del tercer ejército de su majestad el Zar de Rusia.





Ángel.
Cruzaste el umbral que da al pequeño bosque en el que esta mi casa, lo hiciste silenciosa y ligera como cruzan los secretos a la vulnerable prisión de los labios humedecidos por la palabra oculta. Entraste a mi casa sin hacer ruido y sin embargo creaste un alboroto en mi alma. Ibas callada, llena de alegría y de sonrisas nunca antes vistas por mis temblorosos ojos, tu andar era delicado mientras irradiabas gracia e iluminabas con cada paso tuyo la tierra fresca y blanda que tus pies acariciaban.
No podía creer lo que veía...un ángel…y en mi propia casa.
Un ángel que bajó sin caer del cielo, que iluminaba cada hoja de los árboles con distintos y hermosos colores para mi desconocidos, que convirtió a la noche en sueño y que transporto todos mis sueños a esa misma noche.
Asombrado, conmovido por tu belleza, mi voz perdió la palabra, mi corazón su ritmo pausado y melancólico, mi mente perdió toda razón y ya sólo pensaba en conquistarte. Tomar una pluma de tus alas y conservarla para siempre, robarte una palabra, una mirada de esos ojos celestiales y marinos.
Desde ese día vivo envuelto en nubes, me siento como el viento poderoso persiguiéndote en tu altura, temeroso de no poder alcanzar tus manos, de no poder encontrar la forma frágil y altiva de mantenerte a mi lado.
Alguien dijo un día que ver un ángel era peligroso pues el que lo ve cae en la locura y la locura llega para quedarse… y yo estoy loco, loco porque te he visto y ahora no puedo dejar de pensarte, no puedo dejar de amarte, de desear estar contigo y dedicar mi vida entera a honrar tu estirpe divina.
Eres la dueña de mis anhelos y el porqué de mis suspiros, eres el aire que fluye alrededor mío recordándome que la vida es bella y que yo soy un afortunado.
Labrador Valverde del Campo.
Pastor de sueños.

La ciudad esta poblada de imágenes tuyas, estas conmigo, sentada a mi lado en nuestra mesa de tu restaurante favorito, caminas junto a mí en las calles vacías de sentido sin tu presencia.
Estas ahí, en tu lado de la cama, dejando que mis piernas acaricien la piel desnuda y suave de tus piernas ligeramente tibias.
Por las mañas tomamos café a la límpida luz del día que apenas comienza. Tu perfume lo llena todo, se filtra incluso en el subsuelo acompañándome en mis recorridos por las entrañas citadinas.
Cuando cae la noche te siento más intensamente, estas dentro de mí y te pronuncias en mis deseos.
Mi voz escapa y te habla porque sabe que no estas lejos, que vives tan dentro de mi alma que todo lo que me pertenece tiene inscrito ya tu nombre.
De las plantas de los parques y de la Jacaranda las flores giran buscando la luz de tu mirada cuando paso a un lado de ellas.
Cada gota de lluvia cae precipitándose al suelo con la esperanza de alcanzar tu rostro o de alojarse en tu pelo hermoso y fresco.
Todas las personas que en la ciudad carecen de nombre perciben tu presencia en mí, respetan tu espacio, incluso los más temerarios se atreven a mirarte.
Eres una flor invisible que llena de aromas suaves y claros todos los callejones y avenidas, eres una luz amable y tenue que se posa en los paisajes y en los muros agitando a las hojas de los árboles inquietos por tu omnipresencia.
No me has abandonado ni un segundo y sin embargo muero por tenerte, sufro de una irresistible sed por tus pequeños labios.
Tu sabor permanece intacto en la punta de todos mis dedos y en la punta de mi lengua.
Vives en mi cada vez más y cada vez más me voy volviendo en un espejo tuyo que te da su alma en cada reflejo y que aprisiona toda la luz de los días para conservarte.
La ciudad es bella porque tú vives en ella.
Mi vida vale la pena por que tú la has llenado de sentido.
Urbano Transeúnte Soledad.
Vendedor ambulante de ideas.
Nada más quería recordarte que...
…te amo cantidades estratosféricas, que pienso en ti cada segundo, que sin ti el tiempo transcurre lenta y tristemente, no soy ni la sombra de lo que soy cuando tu estas cerca, que el vacío que dejas en mi mundo es un océano que me aterroriza y desmorona, que en ti están basadas mis ilusiones más profundas, que eres la mujer más bella que he conocido en toda mi vida y alrededor del mundo, que Alemania no sería lo que es si no fuera porque tu llevas parte de ella, que el amor nunca había sido lo que es en mi vida antes de conocerte, que es por ti que quiero ser un gran hombre; que desde el primer momento en que te vi supe que no iba a poder desear otra cosa que pasar el resto de mi vida junto a ti, que ha sido contigo con quien he vivido mis mejores días y he disfrutado de las noches más hermosas, que me fascina tu cuerpecito de niña deliciosa y que te quiero devorar a besos y caricias, que el aroma de tu cuerpo me enloquece, que mi vida es un sueño desde que estas conmigo, que quiero vivir por mil años sólo para poder amarte, que me duele cada momento que no estoy contigo, que he jurado a todas las piedras y a todas las diosas y dioses que te amare cada día más y sólo a ti he de amarte, que mi cuerpo ha generado una adicción incurable por tus manos, que en tu interior encontré el secreto de la vida y el placer más oculto; que me hubiera encantado conocerte desde hace muchos años y así ser tu primer novio y robarte tu primer beso; que me hace inmensurablemente feliz haberte conocido, que eres una princesa y quiero servir a todos tus deseos, que nunca había imaginado posible que una mujer pudiera ser tan parecida a una diosa y tan desemejante a una mujer; que quiero compartirte toda mi vida con sus logros y quiero que tu compartas los tuyos conmigo, que quiero llegar a ser un viejito y que tu seas mi viejita, que no hay nada más en este mundo más allá de ti, que te agradezco con el alma por todo lo que me has dado, que me muero si te pierdo algún día; que estoy perdidamente enamorado de ti, que sueño contigo cuando duermo y que cuando despierto sigo soñando, que has iluminado mis más profundas oscuridades, que en ti encontré el motivo de mi vida, que te deseo tanto que me duele la piel de tanto desearte, que mi sangre hierve cuando te contemplo desnuda, que solo cuando duermo contigo descansa realmente mi alma, que nunca había sentido lo que tu me haces sentir, que quiero ser el hombre de tu vida y el padre de tus hijos, que no puedo imaginarme sin ti, que te amo con todo mi corazón y desde el fondo de mis entrañas; que quiero lamerte hasta secar mi lengua y devolverle su humedad besando tus labios exquisitos, que fuiste tú quien le devolvió a mi espíritu su ligereza, que si no fuera por ti yo estaría perdido, que tu voz es el más bello de los cantos para mis oídos, que tu suave caminar me estremece, que me fascinan tus pies y sus tobillos, que eres al mismo tiempo mi fortaleza y mi punto débil; que podría pasar toda mi vida entre tu cuello tu ombligo tus piernas y tus axilas, que no hay un centímetro de ti que no me haga sudar, que sólo tú conoces la forma de tranquilizarme, que el mundo se ha vuelto pequeño y mi corazón se ha hecho más grande, que no tengo palabras para decirte que te amo, que tu nombre es la palabra más hermosa y que lo pronuncio entre cada bocanada de humo y aire, que me considero el hombre más afortunado y el menos oprimido, que eres bella y que eres un encanto, que no hay manera de negarte el mas mínimo de tus deseos, que me llenas de vida y que sin ti me plenitud es imposible, que entre tus dedos se va moldeando mi destino y que en la concavidad de tus manos cabe justamente el tamaño de mi corazón; que cuando miro al horizonte estoy midiendo los pasos que nos separan, que en mis libros siempre encuentro un poco de ti en cada hoja, en cada palabra… que te extraño muchísimo bonita, que te adoro y que te amo y que por favor nunca me olvides.
Tuyo para siempre y desde siempre.
Brunodelfin Delos Mares Memoriosos.

Cuando te miro es como cuando veo reflejarse la luz en un espejo. Eres clara y limpia, tu rostro brilla y todo lo que pasa frente a tu mirada queda absorto ante tu belleza que los confunde al punto de hacerles creer que es la suya misma. La magia de tu sublime hermosura radica en que el mundo entero se pinta en la faz de tus mejillas y queda atrapado en la comisura de tus labios. Las aguas y las gotas, las lluvias y los lagos quietos descansan en la profundidad de tus ojos verdemarino.
En tu rostro, habita el más placentero de los silencios, todo aquel que te mira busca su futuro escrito en tu frente, desea saber su destino hilando tus cabellos de oro.
Como un espejo eres como el agua reposando en paz en los golfos mediterraneos, el cielo y tú se funden en una misma sensación de alegría y plenitud.
Eres como la luna en una noche clara, llena de luz solar, llena de belleza, redonda de hermosura. Como un espejo y como los gigantes planetas capturas todos los rayos divinos de las estrellas y los utilizas para crear la vida en tus facciones, para sonreírle a la honda noche de mis ojos.
Eres un espejo de infinitas caras de mil colores, en ti, la luz blanca se vuelve azul, roja y amarilla, incluso la oscuridad más negra busca su reflejo en ti para profundizarse felizmente.
En ti encontré dónde posar mí mirada eternamente, para buscar ahí toda mi vida y construir mi historia a partir de las imágenes que tú me das de mí.
Estoy enamorado de tus ojos infinitos, de su corazón latente pleno de amor y de gracia divina.
Te amo porque es en ti dónde he encontrado la forma de amarme.
Ajdan Aehtorod Ziur.
Un dios del lago de Bolsena, o el Espíritu de tu espejo de bolsillo


Mi amor... pasan los segundos, crecen minutos inasibles, las horas se eternizan en una inmovilidad que ahoga, que va desmoronando la energía que me mantiene en movimiento.
El tiempo sin ti no es tiempo, el día sin ti no existe, las noches se ocultan en tinieblas impenetrables, sin ti la vida no es vida.
Muere cada instante sin poder hablarte, gota a gota, mi cuerpo se va secando sin tu alegría, sin el agua de tu cuerpo infinito y misteriosamente encantador.
Estoy perdido en laberintos que sólo llegan a sitios en los que guardo tu voz y las imágenes más bellas que se agotan en su esfuerzo por representarte. Y es que ya no puedo mantener en pie mis fuerzas, no puedo resistir no estar contigo.
Te amo tanto bonita, bonita, te amo tanto.
Nací al conocerte y me convertí en un niño que se quiere convertir en hombre.
Eres la diosa de todos mis templos, la fuerza de todas mis fuerzas, la carne de mis deseos, y el éter de mis sueños. No eres el aire que respiro porque eres el pulmón por el que busco vida y amor suspiro.
Y es que te amo tanto preciosa, preciosa, te amo tanto.
Enloquecido, enamorado, libre, atado a tus aromas y tus deseos, eres el origen de mi plenitud y el destino de mi vida.
¿Por qué te amo tanto hermosa, por qué te amo tanto?
Porque eres el botón de una rosa que se abre ante mi cada vez que te pienso y te respiro, eres un jardín y un lago, una mujer y niña, eres un sueño y la realidad más bella, y te amo tanto y eres bella, bella y te amo tanto.
Tuyo, sólo tuyo, siempre tu-y-yo.
bruno


Querida... he vuelto sólo para decirte que te amo... he dejado atrás múltiples campos desolados, villas azotadas por las llamas, ejércitos devastados. He abandonado la ardua empresa de conquistar el lejano oriente oprimido por el yugo de los zares, mis husares han quedado al descubierto, sin mayor protección que la velocidad de sus corceles. El mismo Napoleón se pregunta por mi destino...muchos creen que he muerto, muchos otros que los he traicionado...pero nada de eso es cierto amor mío, al final de una de las campañas más agotadoras, donde a marchas forzadas cruzamos el reino de los prusianos y de los polacos en una jornada, nos encontramos cara a cara con el más cruel y audaz de los enemigos. Un batallón completo de cosacos nos cerro el pasoy no tuvimos otra alternativa que cruzar nuestros sables con los de ellos...pocos quedan de esa masacre memorable, lo único que salvo mi vida, que fortaleció mi brazo, lo único que clarifico mi mente cegada por la adrenalina fue pensar en la paz de tu aroma, en la tranquilidad de tu tacto, pensar en la belleza de tu voz y en el temple de tu palabra siempre amable.
Salí con vida porqué mi cuerpo ardía como cuando arde al estar cerca tuyo, porqué en mi corazón latía el amor que nació contigo y que sólo en ti encuentra su sentido. Partí de ahí a galope, volando con el viento del norte sólo para encontrarte nuevamente. Y es que sí, había partido en esta expedición para conquistarte la mitad del mundo, para ofrecerte las coronas de los reyes más antiguos y orgullosos, para cambiar a la humanidad y hacerla a tu semejanza, pero una vez ahí me dí cuenta que todo eso tu ya lo tienes, que tu alma regia no necesita de coronas, que tu cuerpo altivo e insondable no precisa de más territorios ni puertos ni valles. Que tu amor es toda la gloria a la que aspiro, que tus caricias y tus palabras esconden a la humanidad entera entre sus silenciosos y sus espacios.
No preciso más que de tu amor para ser el más feliz de los mortales. No preciso de generales ni de batallones, ni del olor a polvora, ni de la vida errante para conocer al mundo, a la libertad, a la igualdad entre las cosas, a la hermandad, la amistad, el amor y el respeto porque en ti todo lo tengo y nada me falta.
He vuelto sólo para decirte que te amo y para ofrecerte mis servicios hasta que la muerte haga su parte.
Tuyo, por siempre y desde siempre.
Deleuze Le Brun Vazqué.
General Husar 5to batallón de Dragones de su Majestad el Emperador Napoleón