Amor mío:
Sabes que te he buscado permanentemente desde aquel día en que la fortuna cruzo nuestros caminos. He perseguido el aroma que volátil escapo de tu hermosa y larga cabellera rubia, y ese aroma me ha llevado a fuentes claras y majestuosas en países lejanos donde los pájaros beben el agua mientras cantan loas a tu figura esbelta. Persiguiendo el camino de flores que tus pies ligeros van dejando tras de ti, he encontrado tesoros indecibles en la sombra de las palmeras de un oasis secreto en el desierto más profundo.
Desde aquel día, he dejado de ser el mismo a cada instante, tu voz llena las amplias cámaras de mis palacios y castillos que han dejado de ser mi hogar.
Mi patria son tus ojos, y mi espada y mis ejércitos numerosos, y mis caballeros todos están a tu servicio.
No he olvidado aún cuando me dirigiste por vez primera la palabra, el mundo entero dejó de respirar, los cantos se detuvieron, las bailarinas cesaron su arte, el silencio nunca fue tan hermosos como cuando dejó que tu voz acariciara mis oídos y cada palabra tuya, redonda y perfecta, como dulces perlas del lejano oriente.
He buscado desde entonces el lugar en el que descansan tus sueños, he llegado a las cuatro fronteras de mi reino preguntando por tu morada, he escalado todas las montañas y torres, he sitiado ciudades, derribado imperios y borrado del mapa a más de un pueblo salvaje por encontrarte.
Nadie sabe donde habitas sin embargo todos saben de quién les hablo, y es que tú, princesa de blancas manos, eres famosa por todo el orbe, tu hermosura es reconocida en todas las naciones a las que me han llevado mis corceles.
Llevo entre mis pertenencias joyas, inciensos, perfumes, finas telas, manjares y vinos que sólo a ti te pertenecen. Voy en busca de ti, dueña de mi corazón errante.
Por las noches grito a los vientos tu nombre e incluso el cielo se desgarra cuando no contestas al lamento de mi llamado.
Las aves me acompañan y me ayudan por que quieren ellas también revolotear a tu lado y cantar contigo.
Mi capa esta hecha jirones, mi corcel parece ya un caballo viejo, mi armadura de plata es un hierro oxidado, mi estandarte no es más que una insignia borrada por el tiempo. He dejado mis palacios, mis reinos, abandonado a mis súbditos y posesiones en busca de tu amor y de tu rostro.
No cejare en esta mi más loable empresa, te has convertido en mi única esperanza, en la única conquista que me interesa, en mi religión y en la fe de mi pueblo entero.
Me han abandonado mis hombres, atacadome fieras y hordas salvajes de moros insaciables en la sangre, he vencido ejércitos de fantasmas y cruzado los más amplios mares. Se que cada paso me acerca a ti pero me aterra el no poder llegar en todo mi esplendor al linde de tu lecho.
Ante ti me hinco y deposito mis armas a tus pies. Soy tuyo desde que cruzaste, hace tiempo, los arcos de mi castillo.
Doncella mía, luz de mi vida, espérame que ahí estarè cuando tú me necesites. Luchare contra quien sea necesario para proteger tu honor.
Tu más fiel servidor y amante.
Bruno Velade Elcruzado.
Caballero Andante.
Dueña de mi alma:
Me atrevo a dirigirme a ti, Doncella Blanca, porque durante la noche, justo en el momento en que levantaba mi rostro al final de las últimas plegarias, la luna creciente y su sonrisa ajena me recordó aquel afortunado día en que tuve el honor de ser tu huésped. Recuerdo que cruzabas el Sahara en dirección a tierras profanas y que al cruzarte con uno de mis Emires éste fue digno de mi servicio y, hablándote en mi nombre, te convino a ser la invitada de honor del banquete que yo organizaba, esa noche, en honor al Califa de la antigua Mesopotamia.
Las noches son largas y frías en el desierto, y más cuando tu rostro se refleja y aparece en cada rincón de los mil jardines y sus fuentes que rodean mis aposentos.
El marfil y la seda me recuerdan tu piel suave y blanca, los manjares de almendra y miel el sabor de tus mejillas.
He escuchado que más de un cruzado se encuentra en tu búsqueda, enloquecido, como si fuera en persecución del Santo Grial.
Tú, doncella de mi alma, no puedes ser comparada con nada de lo que existe en este mundo ni en el más allá, he violado mis juramentos y he dejado de adorar a Ala porque sólo por ti mi sangre fluye, sólo por ti levanto mis oraciones siete veces en un día. He ordenado que caravanas de cientos de camellos y hermosísimos caballos con sus jinetes recorran toda la ancha tierra para pedir tu mano en mi nombre, no he olvidado llenarlos de oro y plata, de tesoros invaluables, azahar y dátiles multicolores para ofrecerte y regalarte.
No me siento dueño de mis sentidos desde que me dejaste, la extensión del desierto me es indiferente, las claras aguas de los manantiales no sacian mi sed, el resplandor del oro me parece más bien opaco, el juego del ajedrez me agobia y peor aún, me aburre, los bailes, las carreras y la reconquista de Jerusalén me son del todo insoportables, me he vuelto un extranjero en mi propia tierra.
He decido dejarlo todo, abandonar las minas y a mis leales hombres para ir yo solo en tu búsqueda. Solo yo puedo demostrarte de lo que soy capaz para ganarme tu favor.
Salgo mañana en luna nueva, cuando las mezquitas estén vacías y sus azulejos brillen como estrellas en el monte, dejaré atrás los más bellos alminares cargando tan sólo los últimos secretos que el más sabio de los Jeques deposito en mi para que te los diera "No existe el amor si no es correspondido y sólo se ama una vez como se ha de amar en esta vida".
Solo yo, mis corceles y mi curvo sable atravesaremos las arenas y los días para encontrarte. Mi amor palpita, lo que de vida me queda me queda tan solo para dártela. Deseo dedicarme hasta la muerte a tu placer y a tu servicio.
Siempre tuyo. Siempre amante.
Eldelin Gadel Zaleb.
Mujaidin y Príncipe de Arabia.
Mi reina.
El invierno está por concluir, las grandes estepas comienzan a reverdecer y el cielo vuelve a regalarnos el alto vuelo del halcón.
La mitad de Europa ha sido tomada por nuestras huestes, Atila mismo me habría condecorado como el más feroz de sus guerreros haciéndome rey de la ciudad que yo eligiese. Como jefe majiar, al final de la más cruenta batalla en la que logre sitiar a los últimos cristianos de estas tierras he decidido asentarme, regir y engrandecer a la victoriosa e invicta ciudad de Pest, bastión del pueblo de los hunos.
Aquí, a las orillas del Danubio siento tus pasos, escucho en la corriente cómo es que te mueves silenciosa entre las nubes de oro en busca del éter que te alimenta. Después de jornadas de hierro y sangre dedico mis noches y mis días a pasear mi altivo cuerpo por las praderas de éste hermoso territorio.
La embriaguez del vino hace bullir mi sangre como en el campo de batalla y me imagino siendo una feroz bestia en persecución tuya, mi hambre es insaciable, tu olor a hierba y rosas agita mi corazón y te persigo y te deseo más y más a cada instante. Tu sabor a sal y agua, a vino y tierra confunde mi mente y quiero devorar tu cuerpo con mis manos y deleitar mis labios con tu sangre. Voy furioso atrás de ti en una cacería salvaje e incontenible, quiero poseer tu cuerpo, invadir tu alma, destrozar todo obstáculo que se interponga entre mi sed y tus delicias, deseo acabar conmigo mismo mientras te disfruto paso a paso, centímetro a centímetro, bocado tras bocado.
Eres mi placer y mi pecado, mi adicción es ya una demencia, no puedo dejar de imaginarme rodeando tu desnudez, atacando las altas torres de tu cuerpo, tomando sus colinas, sitiando todas tus entradas para tomarte asalto tras asalto hasta quedar sin fuerzas y yacer contigo fatigada entre los matorrales.
Mi gente me cree perdido, me observan desconsolados viéndome como una bestia que saliva y corre desnuda persiguiendo a su propia imaginación delirante, no saben que más de una vez te he amado, que en las noches me visitas y haces de mi cuerpo tu juguete y yo del tuyo mi avaricia.
Nadie sabe que soy tuyo, que su rey es siervo de una diosa, que me alimento de tu malva y de toda el agua que mana de tu cuerpo. Nadie sabe que tú eres la dueña de mi semilla y la guardiana de mis sueños.
He de salir de esta prisión, abandonar a todos los jefes majiares traicionando la consecuente conquista del mundo, he de dejar la cacería del halcón y los juegos de arco y flecha. He perdido la razón pero he ganado la fortuna de poder tenerte entre mis brazos y adentrar mi alma en tu cuerpo blanco, dulce y fino.
Morir o atraparte, esa es mi nueva ley, partiré sólo con mi ave de presa, con mis redes, con mis flechas y mi lanza hasta el confín del mundo para acabar con esta insania. Quiero lamer tu cuerpo hasta que desaparezca, quiero escuchar tu voz hasta que calles, quiero entrar en ti para no salir nunca y hacer de tu cuerpo mi cuerpo y único reino.
Tienes en mí al más salvaje y desquiciado, al hombre más dispuesto a dar su vida por un instante al lado tuyo. Sólo tú puedes otorgarme mi remedio.
He de escribirte luego pues se acercan ejércitos otomanos a quienes debo atender con el filo de mi lanza y el poder mi infatigable brazo.
Onürb Zeuqzalev Gördian.
Jefe Magiar Rey de Pest.
Cien años han transcurrido desde que las murallas de Troya yacen lamentando su pérdida. La ciudad que ardió hasta volverse viento, cenizas y humo ha dejado de existir.
Todos los héroes que ahí hallaron su destino no son más que un túmulo bajo las arenosas playas. Las veleras naves han partido con rumbos distintos y desconocida suerte.
Me he quedado yo, permaneciendo bajo las sombras de los olivos, bebiendo del agua que aún brota de las fuentes rotas, casi derruidas, de donde bebía la estirpe de los argivos. Mis hombres me han abandonado, me han abandonado los ejércitos, los tídidas y los ayantes. Aqueo ha caído muerto y descansa ahora junto a Patrolco. Odiseo perdido, las voces de Héctor y Príamo ya no escuchan sobre la tierra.
Han desaparecido los carros, el duro bronce ha dejado de brillar en estas costas, los gritos y los tambores se encuentran en silencio. La guerra ha concluido y yo sigo luchando.
Vine aquí buscando gloria y vida eterna, sólo encontré muerte y la más enorme de las melancolías.
Unos guerrearon por Helena, otros por el oro, unos cuantos por honor y muchos otros defendiendo las orgullosas puertas de su ciudad.
Engañado por Atenea zarpé a lejanas tierras creyendo que aquí estarías, pensando que alguien como tú sólo podría vivir en la mejor de las ciudades, entre dos mares y bajo la mirada de los dioses.
Todos han partido ya, muertos o cubiertos de riquezas, pero yo no hallé nada aquí que pudiera remplazarte.
Sé que existes, sé que de alguna manera has pensado en mí. En mis sueños te presentas bajo distintos rostros, mas siempre bella y llena de hermosura. Me hablas cuando callo, me acompañas en cada instante y en cada aliento vives dentro de mí.
Ni todos los caballos de Troya y todas los dardos de los aqueos se asemejan en número a las veces que una lágrima ha partido de mis ojos en busca de su llanto; y es que la vida sin ti no es vida, el amor que crece va desvaneciendo todo el mundo circundante hasta dejarme solo, sólo sin ti lo demás no vale.
Muchos dioses han querido ayudarme, me han ofrecido obsequios para aminorar el dolor intenso que siente mi alma por el vacío de tu presencia.
Estoy enloqueciendo, muere cada parte de mí al no sentir el calor de tu cuerpo, al no escuchar tu aliento alado.
He sufrido tanto por tu ausencia que ya nada me atemoriza. Ni cíclopes ni bestias, ni las furias ni el rayo pueden ya nada conmigo.
Voy desnudo, arropado tan sólo por mi melancolía, mi corazón descalzo siente cada paso, cada falla en el camino. Mi barbudo rostro no dirige su mirada hacia ninguna parte. Te busco dentro de mí, en lo más secreto e íntimo, en los laberínticos rincones de mi mente para recrearte, para lograr siquiera acariciar con mi memoria la calidez de tus tiernos pechos.
He perdido mi lanza, mi carcaj lleno de flechas, mi arco y mi escudo, mis broncíneas grebas ya no cuidan de mis piernas y el juego de dados ha dejado de ser un pasatiempo pues dicta ahora mi fortuna.
Espero frente al mar a que los vientos traigan un navío, fenicio o cartaginés, egipcio o etrusco, eso lo decidirá la suerte. Fortuna es ya la dueña del acontecer en cada día.
Sólo espero que alguien pueda mostrarme el camino a tu morada, que me señale en el horizonte dónde es que se encuentran las altas torres que resguardan tu hermoso peplo rubio y ardiente como los imborrables atardeceres del mar adriático.
Te amo.
Bruneo Artórida Délfaros -Naufrago de su propia isla-.
Hermosa:
Guardo tu sonrisa en una caja de piedras rosas, tu mirada la conservo en gotas del ámbar más puro, los ecos de tu voz permanecen vivos en las plumas de las aves más bellas que sobrevuelan mis jardines estivales.
Todos los recuerdos que hemos fraguado en los fuegos más ocultos de nuestra pasión imperturbable los esconden y los limpian las quietas aguas del golfo báltico.
En el rumor del Neva viven nuestros secretos que incesantes fluyen hasta convertirse en agua y confundirse con los mares.
Las cúpulas de las iglesias son como la piel de tu cuerpo bañada en oro, los bosques más profundos se asemejan a tu cálido interior que es insondable y que es el más hermoso de todos los lugares.
El cielo abierto que se curva con la tierra refleja tu espíritu claro y aéreo, sus nubes extensas y soberanas son como tu rostro majestuoso que me llena y me desbarata en pequeñas gotas de amor que se desvanecen entre tus manos buscando la eternidad de tu cariño.
Los arroyos que recorren la tierra cantan para llamarte y las golondrinas levantan el vuelo honrando la altura de tus piernas finas.
Todas las obras de arte imitan una porción de tu belleza, todas las canciones buscan complacer a tus oídos perfectos y pequeños como las conchas más selectas de las costas marmóreas bañadas por aguas cristalinas.
De todos mis tesoros sólo cuido de no perderte. En el palacio de invierno no hay oro ni preciosas piedras ni plata suficiente que puedan hacer que yo te olvide.
Vivo muriendo de miedo de pensar que podría no ser tuyo. Pensar que te amo y que me amas es lo que me hace feliz en las noches lluviosas y en los días sin lluvia.
Son penosas las horas que pasan porque son horas que ya no podré vivir contigo.
El futuro es sólo deseable porque es ahí donde podré seguir amándote.
Sin ti soy nada, no soy nadie si no es para desearte y para poder servir de algo en la construcción de tus deseos. Quiero ser eternamente tuyo, quisiera ser un lago en el que te bañes todos los días y así poder besar tu cuerpo entero y acariciar todos sus rincones.
Quisiera ser tan pequeño que cupiera entre tus manos y así poder viajar contigo y no dejarte.
Quisiera ser tiempo para contemplar cada segundo de tu ser en esta tierra, quisiera dedicarte cada instante cuidando que no te falte nada, cuidando que nada te falte.
Es tanto mi amor que ya no puedo imaginarme si no es contigo.
Te adoro tanto que ya no se como adorarte. Por ti mi voz fluye y brilla mi existencia, por ti soy capaz de todo. No cambiaría de ti nada y sí todo de mi para lograr que permanezcas a mi lado.
Como en las noches blancas en ti no hay nada oscuro y todo se encuentra sublimemente iluminado, junto a ti no existe la tristeza. Por ti convertiría mis fuerzas en un águila bicéfala y te daría el más grande de los imperios. En mí, tu honor se encuentra resguardado como las siete iglesias que alimentan el corazón del Kremlin.
Sin ti soy una pequeña isla rodeada por las corrientes a la voluntad de las volubles y misteriosas aguas, sin ti mi soledades es más aguda que la de la única mezquita moscovita.
No me dejes, dime que me amas, permíteme dedicar toda mi vida tan solo a amarte.
Te amo, preciosa, te amo tanto que me duele pensar que podría no haberte conocido.
Te amo tanto que ya no me queda amor ni siquiera para mi mismo.
Boris Vlady.
Soldado de infantería del tercer ejército de su majestad el Zar de Rusia.
Ángel.
Cruzaste el umbral que da al pequeño bosque en el que esta mi casa, lo hiciste silenciosa y ligera como cruzan los secretos a la vulnerable prisión de los labios humedecidos por la palabra oculta. Entraste a mi casa sin hacer ruido y sin embargo creaste un alboroto en mi alma. Ibas callada, llena de alegría y de sonrisas nunca antes vistas por mis temblorosos ojos, tu andar era delicado mientras irradiabas gracia e iluminabas con cada paso tuyo la tierra fresca y blanda que tus pies acariciaban.
No podía creer lo que veía...un ángel…y en mi propia casa.
Un ángel que bajó sin caer del cielo, que iluminaba cada hoja de los árboles con distintos y hermosos colores para mi desconocidos, que convirtió a la noche en sueño y que transporto todos mis sueños a esa misma noche.
Asombrado, conmovido por tu belleza, mi voz perdió la palabra, mi corazón su ritmo pausado y melancólico, mi mente perdió toda razón y ya sólo pensaba en conquistarte. Tomar una pluma de tus alas y conservarla para siempre, robarte una palabra, una mirada de esos ojos celestiales y marinos.
Desde ese día vivo envuelto en nubes, me siento como el viento poderoso persiguiéndote en tu altura, temeroso de no poder alcanzar tus manos, de no poder encontrar la forma frágil y altiva de mantenerte a mi lado.
Alguien dijo un día que ver un ángel era peligroso pues el que lo ve cae en la locura y la locura llega para quedarse… y yo estoy loco, loco porque te he visto y ahora no puedo dejar de pensarte, no puedo dejar de amarte, de desear estar contigo y dedicar mi vida entera a honrar tu estirpe divina.
Eres la dueña de mis anhelos y el porqué de mis suspiros, eres el aire que fluye alrededor mío recordándome que la vida es bella y que yo soy un afortunado.
Labrador Valverde del Campo.
Pastor de sueños.
La ciudad esta poblada de imágenes tuyas, estas conmigo, sentada a mi lado en nuestra mesa de tu restaurante favorito, caminas junto a mí en las calles vacías de sentido sin tu presencia.
Estas ahí, en tu lado de la cama, dejando que mis piernas acaricien la piel desnuda y suave de tus piernas ligeramente tibias.
Por las mañas tomamos café a la límpida luz del día que apenas comienza. Tu perfume lo llena todo, se filtra incluso en el subsuelo acompañándome en mis recorridos por las entrañas citadinas.
Cuando cae la noche te siento más intensamente, estas dentro de mí y te pronuncias en mis deseos.
Mi voz escapa y te habla porque sabe que no estas lejos, que vives tan dentro de mi alma que todo lo que me pertenece tiene inscrito ya tu nombre.
De las plantas de los parques y de la Jacaranda las flores giran buscando la luz de tu mirada cuando paso a un lado de ellas.
Cada gota de lluvia cae precipitándose al suelo con la esperanza de alcanzar tu rostro o de alojarse en tu pelo hermoso y fresco.
Todas las personas que en la ciudad carecen de nombre perciben tu presencia en mí, respetan tu espacio, incluso los más temerarios se atreven a mirarte.
Eres una flor invisible que llena de aromas suaves y claros todos los callejones y avenidas, eres una luz amable y tenue que se posa en los paisajes y en los muros agitando a las hojas de los árboles inquietos por tu omnipresencia.
No me has abandonado ni un segundo y sin embargo muero por tenerte, sufro de una irresistible sed por tus pequeños labios.
Tu sabor permanece intacto en la punta de todos mis dedos y en la punta de mi lengua.
Vives en mi cada vez más y cada vez más me voy volviendo en un espejo tuyo que te da su alma en cada reflejo y que aprisiona toda la luz de los días para conservarte.
La ciudad es bella porque tú vives en ella.
Mi vida vale la pena por que tú la has llenado de sentido.
Urbano Transeúnte Soledad.
Vendedor ambulante de ideas.
Nada más quería recordarte que...
…te amo cantidades estratosféricas, que pienso en ti cada segundo, que sin ti el tiempo transcurre lenta y tristemente, no soy ni la sombra de lo que soy cuando tu estas cerca, que el vacío que dejas en mi mundo es un océano que me aterroriza y desmorona, que en ti están basadas mis ilusiones más profundas, que eres la mujer más bella que he conocido en toda mi vida y alrededor del mundo, que Alemania no sería lo que es si no fuera porque tu llevas parte de ella, que el amor nunca había sido lo que es en mi vida antes de conocerte, que es por ti que quiero ser un gran hombre; que desde el primer momento en que te vi supe que no iba a poder desear otra cosa que pasar el resto de mi vida junto a ti, que ha sido contigo con quien he vivido mis mejores días y he disfrutado de las noches más hermosas, que me fascina tu cuerpecito de niña deliciosa y que te quiero devorar a besos y caricias, que el aroma de tu cuerpo me enloquece, que mi vida es un sueño desde que estas conmigo, que quiero vivir por mil años sólo para poder amarte, que me duele cada momento que no estoy contigo, que he jurado a todas las piedras y a todas las diosas y dioses que te amare cada día más y sólo a ti he de amarte, que mi cuerpo ha generado una adicción incurable por tus manos, que en tu interior encontré el secreto de la vida y el placer más oculto; que me hubiera encantado conocerte desde hace muchos años y así ser tu primer novio y robarte tu primer beso; que me hace inmensurablemente feliz haberte conocido, que eres una princesa y quiero servir a todos tus deseos, que nunca había imaginado posible que una mujer pudiera ser tan parecida a una diosa y tan desemejante a una mujer; que quiero compartirte toda mi vida con sus logros y quiero que tu compartas los tuyos conmigo, que quiero llegar a ser un viejito y que tu seas mi viejita, que no hay nada más en este mundo más allá de ti, que te agradezco con el alma por todo lo que me has dado, que me muero si te pierdo algún día; que estoy perdidamente enamorado de ti, que sueño contigo cuando duermo y que cuando despierto sigo soñando, que has iluminado mis más profundas oscuridades, que en ti encontré el motivo de mi vida, que te deseo tanto que me duele la piel de tanto desearte, que mi sangre hierve cuando te contemplo desnuda, que solo cuando duermo contigo descansa realmente mi alma, que nunca había sentido lo que tu me haces sentir, que quiero ser el hombre de tu vida y el padre de tus hijos, que no puedo imaginarme sin ti, que te amo con todo mi corazón y desde el fondo de mis entrañas; que quiero lamerte hasta secar mi lengua y devolverle su humedad besando tus labios exquisitos, que fuiste tú quien le devolvió a mi espíritu su ligereza, que si no fuera por ti yo estaría perdido, que tu voz es el más bello de los cantos para mis oídos, que tu suave caminar me estremece, que me fascinan tus pies y sus tobillos, que eres al mismo tiempo mi fortaleza y mi punto débil; que podría pasar toda mi vida entre tu cuello tu ombligo tus piernas y tus axilas, que no hay un centímetro de ti que no me haga sudar, que sólo tú conoces la forma de tranquilizarme, que el mundo se ha vuelto pequeño y mi corazón se ha hecho más grande, que no tengo palabras para decirte que te amo, que tu nombre es la palabra más hermosa y que lo pronuncio entre cada bocanada de humo y aire, que me considero el hombre más afortunado y el menos oprimido, que eres bella y que eres un encanto, que no hay manera de negarte el mas mínimo de tus deseos, que me llenas de vida y que sin ti me plenitud es imposible, que entre tus dedos se va moldeando mi destino y que en la concavidad de tus manos cabe justamente el tamaño de mi corazón; que cuando miro al horizonte estoy midiendo los pasos que nos separan, que en mis libros siempre encuentro un poco de ti en cada hoja, en cada palabra… que te extraño muchísimo bonita, que te adoro y que te amo y que por favor nunca me olvides.
Tuyo para siempre y desde siempre.
Brunodelfin Delos Mares Memoriosos.
Cuando te miro es como cuando veo reflejarse la luz en un espejo. Eres clara y limpia, tu rostro brilla y todo lo que pasa frente a tu mirada queda absorto ante tu belleza que los confunde al punto de hacerles creer que es la suya misma. La magia de tu sublime hermosura radica en que el mundo entero se pinta en la faz de tus mejillas y queda atrapado en la comisura de tus labios. Las aguas y las gotas, las lluvias y los lagos quietos descansan en la profundidad de tus ojos verdemarino.
En tu rostro, habita el más placentero de los silencios, todo aquel que te mira busca su futuro escrito en tu frente, desea saber su destino hilando tus cabellos de oro.
Como un espejo eres como el agua reposando en paz en los golfos mediterraneos, el cielo y tú se funden en una misma sensación de alegría y plenitud.
Eres como la luna en una noche clara, llena de luz solar, llena de belleza, redonda de hermosura. Como un espejo y como los gigantes planetas capturas todos los rayos divinos de las estrellas y los utilizas para crear la vida en tus facciones, para sonreírle a la honda noche de mis ojos.
Eres un espejo de infinitas caras de mil colores, en ti, la luz blanca se vuelve azul, roja y amarilla, incluso la oscuridad más negra busca su reflejo en ti para profundizarse felizmente.
En ti encontré dónde posar mí mirada eternamente, para buscar ahí toda mi vida y construir mi historia a partir de las imágenes que tú me das de mí.
Estoy enamorado de tus ojos infinitos, de su corazón latente pleno de amor y de gracia divina.
Te amo porque es en ti dónde he encontrado la forma de amarme.
Ajdan Aehtorod Ziur.
Un dios del lago de Bolsena, o el Espíritu de tu espejo de bolsillo
Mi amor... pasan los segundos, crecen minutos inasibles, las horas se eternizan en una inmovilidad que ahoga, que va desmoronando la energía que me mantiene en movimiento.
El tiempo sin ti no es tiempo, el día sin ti no existe, las noches se ocultan en tinieblas impenetrables, sin ti la vida no es vida.
Muere cada instante sin poder hablarte, gota a gota, mi cuerpo se va secando sin tu alegría, sin el agua de tu cuerpo infinito y misteriosamente encantador.
Estoy perdido en laberintos que sólo llegan a sitios en los que guardo tu voz y las imágenes más bellas que se agotan en su esfuerzo por representarte. Y es que ya no puedo mantener en pie mis fuerzas, no puedo resistir no estar contigo.
Te amo tanto bonita, bonita, te amo tanto.
Nací al conocerte y me convertí en un niño que se quiere convertir en hombre.
Eres la diosa de todos mis templos, la fuerza de todas mis fuerzas, la carne de mis deseos, y el éter de mis sueños. No eres el aire que respiro porque eres el pulmón por el que busco vida y amor suspiro.
Y es que te amo tanto preciosa, preciosa, te amo tanto.
Enloquecido, enamorado, libre, atado a tus aromas y tus deseos, eres el origen de mi plenitud y el destino de mi vida.
¿Por qué te amo tanto hermosa, por qué te amo tanto?
Porque eres el botón de una rosa que se abre ante mi cada vez que te pienso y te respiro, eres un jardín y un lago, una mujer y niña, eres un sueño y la realidad más bella, y te amo tanto y eres bella, bella y te amo tanto.
Tuyo, sólo tuyo, siempre tu-y-yo.
bruno
Querida... he vuelto sólo para decirte que te amo... he dejado atrás múltiples campos desolados, villas azotadas por las llamas, ejércitos devastados. He abandonado la ardua empresa de conquistar el lejano oriente oprimido por el yugo de los zares, mis husares han quedado al descubierto, sin mayor protección que la velocidad de sus corceles. El mismo Napoleón se pregunta por mi destino...muchos creen que he muerto, muchos otros que los he traicionado...pero nada de eso es cierto amor mío, al final de una de las campañas más agotadoras, donde a marchas forzadas cruzamos el reino de los prusianos y de los polacos en una jornada, nos encontramos cara a cara con el más cruel y audaz de los enemigos. Un batallón completo de cosacos nos cerro el pasoy no tuvimos otra alternativa que cruzar nuestros sables con los de ellos...pocos quedan de esa masacre memorable, lo único que salvo mi vida, que fortaleció mi brazo, lo único que clarifico mi mente cegada por la adrenalina fue pensar en la paz de tu aroma, en la tranquilidad de tu tacto, pensar en la belleza de tu voz y en el temple de tu palabra siempre amable.
Salí con vida porqué mi cuerpo ardía como cuando arde al estar cerca tuyo, porqué en mi corazón latía el amor que nació contigo y que sólo en ti encuentra su sentido. Partí de ahí a galope, volando con el viento del norte sólo para encontrarte nuevamente. Y es que sí, había partido en esta expedición para conquistarte la mitad del mundo, para ofrecerte las coronas de los reyes más antiguos y orgullosos, para cambiar a la humanidad y hacerla a tu semejanza, pero una vez ahí me dí cuenta que todo eso tu ya lo tienes, que tu alma regia no necesita de coronas, que tu cuerpo altivo e insondable no precisa de más territorios ni puertos ni valles. Que tu amor es toda la gloria a la que aspiro, que tus caricias y tus palabras esconden a la humanidad entera entre sus silenciosos y sus espacios.
No preciso más que de tu amor para ser el más feliz de los mortales. No preciso de generales ni de batallones, ni del olor a polvora, ni de la vida errante para conocer al mundo, a la libertad, a la igualdad entre las cosas, a la hermandad, la amistad, el amor y el respeto porque en ti todo lo tengo y nada me falta.
He vuelto sólo para decirte que te amo y para ofrecerte mis servicios hasta que la muerte haga su parte.
Tuyo, por siempre y desde siempre.
Deleuze Le Brun Vazqué.
General Husar 5to batallón de Dragones de su Majestad el Emperador Napoleón