Wednesday, July 26, 2006

Cinco Octavos

La bendita Cultura


Antes de dejar caer los martillazos permítanme confesarme. No creo, de entrada, en las identidades míticas que duran poco más de un instante. Por consiguente, sospecho en abundancia sobre eso que llaman la identidad ‘personal’. Constructo que me parece por demás totalitario, retrógrado y asfixiante. Todo lo demás, lo que a partir de este mito inicial se va construyendo, me genera igual prurito. Pienso, por caso, en las identidades artísticas, políticas, nacionales (¡qué horror!) y hasta culturales. De manera que todo intento por defender estos flatus vocis me resulta interesante, digno de crítica, pues.

Hoy en particular me preocupan las culturales. He leído las notas sobre políticas culturales que la investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM Teresa del Conde ha publicado recientemente en La Jornada. Mi sospecha es que, como siempre, se cree que lo cultural se reduce o a las costumbre o al arte. En ambos casos se cae en un grave error que termina por enaltecer ciertas costumbres y cierto arte. El resultado es un entuerto incomprensible que muestra, más que otra cosa, lo inútil que es hablar de cultura – cuando no nos muestra el ridículo que hace uno cuando se pone a hablar de lo que no sabe y, peor aún, sin pensarlo mucho.

Las llamadas ‘notas’ son pocas, así que las presento una a una, seguidas de algunas dudas.

1. No se puede hablar de ''políticas culturales" refiriéndolas únicamente a las artes: música, literatura, artes visuales, teatro, acciones performáticas, danza, cine. Hay que tener en cuenta los aspectos sociales básicos, propiciadores de un enaltecimiento cultural, como lo es, por ejemplo, para el automovilista ceder el paso al peatón (cosa que en México rarísima vez ocurre), el depósito de basura en los contenedores y no en la calle. Hay múltiples ejemplos de incivilidad que pudieran citarse, como el uso indiscriminado del cláxon, el vandalismo en los espectáculos masivos y tantas otras cosas.

Traducción: la cultura no es sólo el arte, también es esa costumbre que nos inculcó mama de ser amables con la gente y seguir las reglas de convivencia social. O, dicho con otras palabras: la cultura es eso que ‘propicia el enaltecimiento cultural’. Joder si esto no es un círculo, entonces no sé qué es un círculo. Vayamos a las siguientes:

2. La sociología de la cultura es herramienta muy importante, pero los aspectos sociales de la vida cultural son múltiples e inasibles; pudiera denominárseles ''campos de acción de la cultura" e involucran historia, filosofía, sicología de masas y análisis continuo del campo artístico.

Traducción: lo cultural es importante aunque no tengamos la más remota idea de qué carajos sea: es decir, ‘es inasible’. Pensemos mejor en los campos de acción de la cultura como la academia y el arte. O sease que, a fin de cuentas, la cultura es el arte y todo lo demás no es cultura. Saber, por ejemplo, cómo conducir un auto no es cultura sino barbarie. Y ¿qué hay de la exploración de bosques, del alpinismo, el surf y el nado sincronizado? Ahí no actúa esa cosa rara que es la cultura? Ah! Pero esto es inasible. La siguiente nota está tan buena que vale la pena verla en pedazos.

3. Se dice que las obras o acciones culturales producen impacto sobre grupos de mayores o menores dimensiones y que eso determina la reputación de las obras o acciones y su inserción en el universo cultural.

O sease, que las obras producen impacto (¿qué impacto? ¿causal? Acaso es el impacto de un cuadro cuando te cae encima, o el impacto de una caguama en el parietal derecho, cuando tu falta de cultura no te dio para más?). Eso sí, es un impacto sobre grupos de uno u otro tamaño. Pues algún tamaño han de tener! ¡Qué pensamiento tan preclaro! Y de nuevo las obras se insertan en un Topus Uranus Platonicus Culturalis (¡Seguimos hablando de arte o qué?)

"Semanas atrás hemos sido testigos, por ejemplo, de que acaso lo que mayor cohesión provoca es el futbol, pero eso ocurre siempre y cuando se tenga en cuenta su temporalidad pico, que es de cada cuatro años."

¿Sabrá acaso cuánto dinero y tiempo invierten miles de millones de seres humanos en complacerse con el futbol todo el tiempo y no sólo cada cuatro años? Sigue:

"Aunque exista resistencia a creerlo así, el futbol también es cultura, que va desde su simple aprehensión emocional, sin dejar secuelas duraderas, hasta su degustación erudita, de la que hace gala, pongamos por caso, el escritor Juan Villoro."

¿Secuelas duraderas? Y de ahí a la degustación erudita? O sea que para volverse erudito hay que aprehender más la emoción, trastornar las tripas y empujar para que la secuela dure más y entonces salga como resultado ‘la degustación erudita’. ¿Degustación? ¿Acaso volvemos, una vez más, al arte?

"Esto sucede porque todo bien cultural, desde la cocina hasta la música serial, tiene niveles de aprehensión que describen un arco muy amplio."

¿O sea que la cultura es como el alcoholismo? Algo así, pero en realidad no. Lo que pasa es que, acá entre la elite, sabemos bien a bien qué es cultura y qué no. Si no, echen ojo:

4. Las obras de alta cultura suelen hablar una lengua extraña o poco comprensible a los no iniciados, debido a que la obra cultural considerada como bien simbólico, sólo existe para quienes po-seen los medios para apropiársela. De aquí que la reiteración masiva, inclusive mediante la propaganda, de esos bienes de la alta cultura tendrían que generar bandas de redundancia, aunque aparentemente provocasen sólo una cohesión momentánea. Sin descartar el tipo consuetudinario de espectáculos concierto que pueden atraer principalmente a los jóvenes, la inclusión de ópera-concierto, sinfónica, piano, etcétera, a gran escala, al reiterarse serían capaces de ir amplificando las vertientes del gusto.

La nota merece tres puntos (no sé por qué tres, pero tres): i) la cultura (sobre todo esa afrancesada forma suya que llamamos 'alta') es como la religión o los ritos necrománticos, y de existencia fantasmagórica: sólo existe para los propietarios; ii) la cultura es la cultura de los de arriba; porque, por supuesto, si vamos a imponer una cultura, que sea la francesa y no la de esos albañiles que por cultura tienen la televisión, el Guacardí y las tortillas; iii)Si me piden un ejemplo se los doy: cultura es la ópera, la sinfónica, el piano, etc. O sease, las cosas con las que uno mata el tiempo o le da atole con el dedo al tedium mortis. Volvemos a lo mismo: la cultura es el arte; y el arte es mi arte. Seguimos, faltan cuatro y al cielo

5. Pierre Bourdieu y Néstor García Canclini han apuntado que las necesidades primarias son de una índole, las necesidades culturales, como la palabra lo indica, necesitan ser cultivadas (la palabra ''cultura" viene de allí) y una necesidad cultivada se incrementa en la medida en que se sacia, de modo que se van creando en cadena disposiciones de apropiación de los bienes culturales.

A caray, yo creía que las necesidades primarias eran comer, dormir y defecar. Ahora resulta que todos debemos dedicarnos a la agricultura. ¿Por qué? Porque así lo indican las palabras. La palabra cultura, por ejemplo, viene de allí. ¿De dónde? De allí. Bueno y eso qué? Sólo porque viene de allí le voy a hacer caso? Pues si, porque sino no creces. Te quedás enano. Culturalmente pues. Pensá, por ejemplo, que tomás tu necesidad y la cultivás [¿Cómo carajos? No lo sé, pero lo hacés] y luego tu necesidad se crece precisamente porque se sacia. A carajo, ¿qué no las necesidades desaparecían cuando se saciaban? ¿Qué significa entonces ‘saciar’?

6. Tales disposiciones son producto de una educación difusa o específica, familiar, ambiental, escolar, que se asimila tanto a escala consciente como inconsciente. De sobra sabemos que la educación está desigualmente repartida y que los factores genéticos también cuentan, pero no hay niño que se resista a una caja de crayolas con papel suficiente para ensayar con ellas. Este ejemplo de Perogrullo es perfectamente verificable en cualquier circunstancia, y lo mismo ocurre con los sonidos y los pasos de danza.

Y vuelve la burra al trigo. La cultura es lo que nos enseñó mamá. Pero lo que me enseñó a mí, no a ti. ¿Y qué me enseñó? No sé, pero algo hizo. Oye y qué carajos tienen que ver la desigualdad en la repartición de la educación y los niños que no se resisten a las crayolas? Y luego, cerramos con la definición de Perogrullo, que son de Perogrullo porque son perfectamente verificables en cualquier circunstancia. Ah! Y, por si no lo sabían, la cultura es la pintura, la música y la danza.

7. La percepción repetida de determinado tipo de obras o acciones favorece la interiorización preconsciente de los principios que las generan. A la propaganda comercial (televisiva, en espectaculares, en la radio) podría exigírsele la inclusión de elementos que coadyuven a ello. Un espectacular que hasta hace poco podía verse en las cercanías del arranque norte de avenida Revolución, ostentaba un campo colorístico al estilo Barnet Newman, estaba firmado y en él se leía lo siguiente: ''esto es una obra de arte". A eso me refiero con la inclusión de elementos que quizá sean inicialmente aprehendidos sólo en forma subliminal. Por eso los museos reiteran en sus carteles exteriores algo de lo que el público va a encontrar en el interior.

Y en esta penúltima nota nos enteramos de la existencia de la publicidad, que esta hecha para ‘la interiorización precon…’ ¿qué? En pocas palabras, que tu lo ves y luego luego te dan ganas de hacerlo. Ah! O sea, como cuando veo a mis cuates cheleando y luego luego se me antoja echarme una bien helada? Y para cerrar, volvemos a lo mismo, una vez más, por si no lo habían entendido: la cultura es el arte, lo que los museos deciden presentar y lo que los ricos degustan lentamente matando el tiempo libre.

Y bueno lo que aprendimos es que la cultura es inasible. Que está en el piano, en la orquesta, en la ópera, en la sinfonía y hasta en el futbol (claro, siempre y cuando uno se vuelva erudito y lo disfrute con secuelas imborrables como Juan Villoro). O sea que si no tenemos piano, ni ópera, ni sinfonía ni a Juan Villoro no tenemos cultura.

Una muestra más de cómo se cae en el error de creer que el anquilosamiento de la imaginación que resulta en la repetición ad nauseam de una y la misma acción (i.e. costumbres) se convierte en cultura. O de cómo lo que unos consideran arte o, peor aún, ‘alta cultura’, es 'la' cultura. De manera que resolver un teorema, barrer las calles, tomar cerveza, patear piedras y jugarse las canicas no son cultura.

En pocas palabras tenemos aquí una invitación a dejar de usar esa voz vacua con la que tanto nos llenamos la boca sin saber siquiera de qué hablamos: ‘la cultura’. Oh! Y la identidad cultural! Otro OHH! más grande.