Monday, October 12, 2009

Confesiones: Cruz

(sigue)

Hasta que de pronto recibe uno la llamada: “Lo siento mucho señor, pero su familia tuvo un accidente en la autopista. No hubo sobrevivientes.”

Así, sin más. De golpe. Todo. En ruinas.

¿Y ya qué sentido tiene seguir peleando?

Dicen todos por ahí que yo era el afán de la familia. Que Eduardo. Que Consuelo. Que Sandra. Que nada mejor que mi proyecto, mi afán, mi meta. Que yo todo iluminaba. Que yo. Que ella. Que él. Aquella. ¡Ya lo sabía señores! ¡Ya lo sabía! Sus palabras no son noticia. Más bien confirman la duda. Ahora que ni él, ni ella, ni aquella: ¿para qué seguir con este afán por demás ajeno? ¿Por qué no perderse en el mar?

(continúa)