Sunday, February 14, 2016

Lo que se dice y lo (vergonzoso) que no se dice

Sigo con el tema del trato periodístico de la visita de Bergoglio a México. Hay claramente un concenso internacional por inventar y engrandecer una visión crítica y opositora de Bergoglio a partir de discursos que no lo tienen. Tanto en México, como en España y Argentina ayudan a la invención. La capacidad de invención global, que sólo puede explicarse por alguna suerte de presión social o alucinación colectiva, contrasta con la letra de los discursos respectivos.

Aquí el discurso en palacio nacional. Según El Universal (México), El País (España) y La Nación (Argentina), Bergoglio criticó, reprendió y hasta denunció la corrupción de los políticos mexicanos. Lo cierto es que, de las dos páginas del discurso, las únicas frases relevantes son las siguientes:

(A): La experiencia nos demuestra que cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo.

(B): A los dirigentes de la vida social, cultural y política, les corresponde de modo especial trabajar para ofrecer a todos los ciudadanos la oportunidad de ser dignos actores de su propio destino, en su familia y en todos los círculos en los que se desarrolla la sociabilidad humana, ayudándoles a un acceso efectivo a los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda adecuada, trabajo digno, alimento, justicia real, seguridad efectiva, un ambiente sano y de paz.

Ahora, me pregunto, ¿De dónde puede uno extraer críticas, reprimendas y denuncias en (A) y (B)? (A) es una afirmación general condicional, sobre la historia de la humanidad que asevera algo casi trivial: beneficiar a unos pocos en detrimentos de las mayorías genera un contexto fértil para las peores perversiones sociales. ¿Hay algo en (A) que hable de los políticos mexicanos? ¿Algo que sugiera que ellos son los causantes de esa desigualdad? La aseveración en (A), como todo condicional, puede invertirse para mostrar su verdadera cara. Lo que (A) afirma es que "si no queremos corrupción, narcotráfico y demás, necesitamos evitar el beneficio de unos pocos en deterimento de unos cuantos." Pregunto una vez más, ¿Qué tiene de crítico, qué de denuncia? La alucinación colectiva periodística es sustancial.

¿Qué hay de (B)? Esta vez no tenemos una afirmación condicional, sino una mera descripción de los deberes de "los dirigentes sociales, culturales y políticos". ¿Cuáles son sus deberes?  "trabajar para ofrecer una vida digna a sus dirigidos." Parece sensato, de hecho, parece demasiado obvio lo que dice Bergoglio. ¿Acaso podría ser falso? Ya no digamos de los dirigentes en México, sino en cualquier parte del mundo. ¿Acaso no es cierto también de Europa, de Suecia y de Rusia, que sus dirigentes sociales, culturales y políticos deben "trabajar para ofrecer una vida digna a sus dirigidos". ¿Hay algo más en esta afirmación? Sigo sin ver, honestamente, la reprimenda. Y la invención subnormal de periodistas me ofende cada vez más.

Pasemos al otro discurso, el de la misa en catedral. Este discurso es de seis páginas, a renglón seguido. Está dirigido a la curia mexicana. El mensaje es simple: sean como la virgen de Guadalupe, luchen por proteger a los desprotegidos de la amenaza que se cierne sobre ellos. Los desprotegidos son los jóvenes y los indígenas, amenazados por el narcotráfico y la aniquilación cultural (respectivamente). Se le pide a todos los miembros de la iglesia católica que dejen las iglesias y salgan a las calles a hacer labor pastoral guadalupana, es decir, a cuidar desprotegidos. El texto está repleto de recomendaciones: no se dejen espantar, tengan coraje profético, estén atentos a las tentaciones del poder vacío del narcotráfico, pónganse de acuerdo, díganse sus verdades, peléense entre ustedes para entenderse mejor, etc. Nada de aquí suena muy crítico, digamos. Honestamente, se me escapa cómo es que algunos consideran esto "un varapalo". Así que no diré mucho más. Aquí una de las citas en las que, según algunos alucinados, el papa critica al narcotráfico. Después de hablar sobre la labor del sacerdocio hacia los jóvenes, para ofrecerles protección maternal, afirma:

(C) Me preocupan particularmente tantos que, seducidos por la potencia vacía del mundo, exaltan las quimeras y se revisten de sus macabros símbolos para comercializar la muerte en cambio de monedas que, al final, «la polilla y el óxido echan a perder, y por lo que los ladrones perforan muros y roban» (Mt 6,20). Les ruego no minusvalorar el desafío ético y anticívico que el narcotráfico representa para le entera sociedad mexicana, comprendida la Iglesia.

 Si esto es una crítica al narco y a la iglesia entonces hemos caído muy bajo. Ahora resulta que decir que el narcotráfico es un desafío ético y anticívico de extraordinarias dimensiones es ser crítico con el narcotráfico. Yo creía que era una aseveración trivial. Algo que el mundo entero conoce. Pero bueno, nuestros estándares estéticos se han apoderado de las discusiones morales y políticas. Ahora nos importa la imagen más que el contenido. Porque estoy seguro que si alguien más en otro contexto hubiese escrito esto responderían todos con cara de asombro ante la inocencia del comentario.

Dejemos los discrusos sobre lo que se dice y pasemos a lo vergonzoso que no se dice. En México hay cientos de casos de violaciones y abusos sexuales a niños y madres en situación vulnerable. Todas a mano de miembros (de distinto rango) de la Iglesia Católica Mexicana. El arzobispo de la CDMX, Norberto Rivera, es conocido por encubrir los cientos de casos de pederastia de los Legionarios de Cristo, empresa multimillonaria inventada por Marcial Maciel y sustentada en donaciones y escuelas (incluso universidades, como la Anáhuac) que aportan cientos de millones anuales a la causa de la violación y acoso de niños en el mundo.

¿Acaso esta no es una instancia de severa corrupción? ¿La pederastia sistemática de la Iglesia Católica no constituye un desafío ético y anticívico de la Iglesia misma? ¿Acaso los cientos de víctimas, agrupados ya en varias organizaciones, no son desprotegidos a los que debería reconocer Bergoglio? ¿O es que los desprotegidos que produce la Iglesia no merecen el cariño de la "Morenita", como le llama Bergoglio? ¿O será más bien que Bergoglio lo sabe, lo reconoce y decide redirigir la mirada, sin dar entrevista alguna a víctima alguna, por razones políticas? ¿Será que Bergoglio prefiere hablar del narcotráfico pero no de la pederatia para no hacer enojar a la Pederasta Iglesia Mexicana? ¿Seremos tan estúpidos todos para aplaudir diluidos condicionales y recomendaciones insulsas sin notar el elefante rosa que pasa frente a nosotros?

¿Seremos? Somos.