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Un silencio atronador le arrebató la vida a esta ciudad. Los deseos se cumplen, cuando no se les espera. Todo tiene siempre muchas causas. La vida. Esta vida. Es hermosamente complicada.
De otra manera no me explico cómo, de la tarde a la noche, entre la casa y la cafetería, de golpe, sin avisar, llegó el invierno. La primera nevada.
De otra manera no me explico esta forma tan sutil de detenerlo todo. No hay más autos en la calle. No más personas en la acera. No más puertas cerrando. No más frenos clausurando. Nada. No más nada. Sólo se oye el paciente pasar del viento, empujando el sonido lejos, muy lejos. Dejando lentamente el silencio tras de sí.
De otra manera no me explico cómo es que aplaudo a este invierno. Esta nevada impredecible. Este mar blanco navegando mi porche. No me explico, por ejemplo, por qué la fortuna se empeña en satisfacerme hasta los deseos más descomunales. Deseo de invierno. Nevada en casa.
Hay otras explicaciones, lo sé. Habrá quienes prefieran otras historietas. Habrá quienes tomen camino por cuenta propia. Dejando huellas sobre la nieve, en otro sentido. Pero no basta. Para mí que la fortuna me busca. Mejor. La fortuna se deja buscar por mi. Para mí que esta vida, que ahora llevo en el bolsillo, nadie me la quita.
El azar es esta vida que es tremendamente complicada.