Saturday, December 05, 2009

Cuatro en busca de autor



Cuando descubrí a Descartes pude encontrarle un nombre al sentimiento. No sé desde cuándo lo llevo dentro. A veces pienso que la incomunicación es el estado ordinario del hombre.

A veces pienso que aprender un lenguaje es aprender a jugar a que rompemos esa nube solipsista. Cosas que sólo el amor y la amistad logran. Y sólo de manera fantástica: porque los involucrados se permiten inventarse aparte, en una planeta distinto, sin solipsismos, en donde sus personajes (no tan humanos) no son separados.

Terriblemente aislados, es cierto. Pero eso no hace más que embellecer el asunto. El lenguaje se vuelve aún más atractivo y el reto aún más complicado: ¿será posible entenderse realmente? He aquí una razón más para pensar que lo humano, lo esencialmente humano, es la fantasía, la imaginación. De otra manera no sería posible el lenguaje. Ya no digamos la comunicación.