Tuesday, December 31, 2013

El sentido de los muertos


Celebramos hoy viente años del alzamiento armado de l@s zapatistas. ¿Qué celebramos? En parte celebramos que sigan, pero también celebramos a sus muertos.  Pero también, como toda celebración, se celebra algo así como la satisfacción, el alcance de metas, el cumplimiento de un proyecto.  Los proyectos, todos, van cambiando a lo largo del tiempo. Más si han pasado veinte años.

¿Cuál era y cuál es el proyecto zapatista? Caminar, dice. Andar un camino distinto. Un camino de autogobierno. Un camino de libertado. Un camino sin represión. Un camino que se oponga a los 500 años de imposiciones. ¿Por qué se impusieron ese camino que se antoja, digámoslo con cariño, un poco grande?

"No fue el ansia de perdurar, sino el sentido del deber lo que nos colocó aquí, para bien o para mal.  La necesidad de algo hacer frente a la injusticia milenaria, esa indignación que sentimos como la característica más contundente de “humanidad”.  No pretendemos lugar alguno en museos, tesis, biografías, libros."

La indignación como causa de un proyecto más grande que la vida misma, tan grande como la historia. ¿Realmente? Todo proyecto, queramos o no, es de una persona (un individuo, un grupo, una comunidad, un lo que quieran). Muchos han entregado su vida, sus familias, al proyecto. ¿Qué hacer con ellos? ¿Vale la pena un proyecto así?

Ellos, como debe ser, responden que sí. Que el proyecto nunca fue personal, individual, ni siquiera grupal o comunitario. Es un proyecto de la historia. Un proyecto del andar. Así de grande es la persona que se quiere ser. Y se pregunta:
 
"Quiero decir, ¿nos importa quiénes somos?  ¿O nos importa lo que hacemos?
La evaluación que nos interesa y afecta, ¿es la de afuera o la de la realidad?"

Y es tan grande esa persona que se quiere ser, que no se logra ver en el espejo, ni en la casa, ni en los campos. Y es tan grande ese ser, que se busca distinguir entre lo que son y lo que hacen. ¿Realmente hay tal diferencia? Seguramente sí, pero no es sino la diferencia de alguien cuyo proyecto consiste en dejar de ser uno, dejar de ser persona individual, grupal o comunitaria, para empezar a ser la historia. Más aún, es el proyecto de ser una historia de sucesos, no de personas dentro de la historia. Una historia de la historia.

De ahí la contradicción misma del proyecto zapatista. Ser zapatista no sólo ser de aquí y de allá, ser perro y gato (como les gusta decir). Eso todo parece cosmético. El origen parece otro. Ser zapatista es decidir ser una persona que no es persona. Es elegir un proyecto de yo que exige su misma desaparición. Es ser una persona queriendo ser tan grande que no se puede ser esa persona.

Y de nuevo surge la pregunta: ¿Valen la pena tantos muertos? ¿Qué sentido tienen los muertos? Y la respuesta sigue, rotunda:

"Porque no es que acá no honremos a nuestros muertos.  Lo hacemos, sí.  Pero es que luchando lo hacemos.  Todos los días, a todas horas.  Y así hasta que miremos el suelo, primero al mismo nivel, luego hacia arriba, cubriéndonos con el paso compañero."

El sentido de los muertos no es sino el sentido de los vivos.

"Se usan entonces a los muertos para sobre de ellos levantarse un monumento.
Pero, según mi humilde opinión, el problema con los muertos es sobrevivirlos.
O se muere uno con ellos, un poco o un mucho cada vez.
O se adjudica uno mismo el título de vocero de ellos.  Al fin y al cabo no pueden hablar, y no es su historia, la de ellos, la que se cuenta, sino que se justifica la propia."

En efecto, se usa a los muertos para sobre ellos levantar el monumento de una persona que quiere ser la historia invertida. Sin duda, el problema zapatista será sobrevivir a sus muertos y justificar su seguir andando. Un justificar que sólo ellos se exigen. No se construyen monumentos individuales, porque ese no es el proyecto.

Pero los zapatistas, como todos los demás humanos, usan a sus muertos para darle sentido a sus vidas. Todos así andamos. Papá decía que todo en la vida tenía solución menos la muerte. Primero pensé que seguro era porque la muerte no era un problema. Ahora pienso que es más bien porque la muerte, los muertos, son una solución. Nos permiten seguir andando, a donde queramos andar, nos justifican, nos empujan, son el ingrediente perfecto de realidad sin contenido, una realidad que es ella misma ficción y que por ello nos permiten inventar cualquier historia, cualquier proyecto, cualquier persona. 

Los muertos mueren, siguen muriendo los mismos muertos, para darle vida a esta vida, la vida que queramos los vivos, sus vivos, los vivos de esos muertos.

Que sigan celebrando sus muertos todos, más aún los zapatistas. Que un proyecto tan grande, tan olímpicamente megalómano, es encomiable, digno de seguirse y exigirse lo que sea. Que sigan muriendo los muertos para darnos vida y camino por andar. Que sigan siendo historia en su querer ser y que algún día, no importa cuándo, los alcance la historia para ser uno con ella.

"Porque la rebeldía, amigos y enemigos, cuando es individual es bella.  Pero cuando es colectiva y organizada es terrible y maravillosa.  La primera es materia de biografías, la segunda es la que [ES] historia."

Rebobinar 2

Cuando los muertos callan en voz alta