Después de tanto andar. Después de tanto escribir, tanto leer, tanto pensar. Después de tanta furia, tanta acidez, tantas pastillas. Después de tantas millas, tantos sellos. Después de tanto y tanto interrogatorio, por todos lados. Hoy estoy sentado viendo esta aventura pasar. Pasan seminarios, estudiantes, textos, dudas. Pasan preguntas. Pasa el invierno. Pasa la nieve. Pasan las nubes. Y esta aventura pasa también. El viaje a Ann Arbor se termina.
Ahora sólo me queda esperar, aquí, sentado, los votos. La aventura completa se reduce a esos cuatro votos que me permitan, mejor que ningún pasaporte, salir de aquí. Tengo dos y cuento de voto en voto. Los veo pasar. Lentamente. Muy lentamente.
De pronto la aventura entera está en el aire. ¿Qué será de todo esto? De pronto me siento en el rincón de los acusados. Imagino al jurado deliberar. Esa interesante manera de perder el tiempo y torturar.
Me siento en un umbral. Lo imagino eterno. ¿Será posible perdurar así?