Familia querida, he terminado.
Cinco años después de ese primer encuentro serio con la academia, cierro ahora el círculo con el doctorado. Me tardé mucho, lo sé. Disculpen. Resultó imposible terminar a tiempo.
Habrá defensa. Sí. La cita es el viernes cinco de Febrero a las once treinta de la mañana en la sala Lewis del edificio Rackham de la escuela de Posgrado.
Al igual que hace cinco años, tendré que defender mis creencias a capa y espada, contra viento y marea. En esta ocasión, la batalla promete ser aún más carnicera. (Lo siento Consuelo. Así es la filosofía. Pero ya estoy un tanto curtido. No temas.) Esta vez prometo llevar galletas y café o quizá mejor thé (sí ‘thé’, como lo escribimos nosotros en el menú del Paraíso) para calmar las ansias de la audiencia.
A diferencia de hace cinco años, esta vez el asunto será en inglés, una lengua que ustedes ni por asomo. No dudo que tu, princesita, entiendas algo. Pero ya ves que ni en chilango se entiende lo que hago. Así que recomiendo ampliamente ahorrarse la molestia de sacar visas y pasar por aduanas. El camino es difícil y lleva sus riesgos. El evento no lo amerita. Su ausencia será comprendida. (¡Celebremos en México, frente al mar!)
No entristezcan. Esta tesis está dedicada a ustedes. La pueden encontrar aquí, al final del camino que viene y va desde el mar.
También se pueden dar una idea de lo que ha sido esta aventura escuchando el siguiente resumen sonoro de estos años a la distancia.
Los quiere y extraña,
--edy