Monday, June 01, 2015

Humanidad reptiliana

Peatones en espera de una pizza gratis. La fila continúa por veinte metros hacia la derecha. Copilco, junio 2015.


En los años 60 MacLean propuso entender al cerebro humano como compuesto por tres estructuras anatómicas evolutivamente diferenciadas: cerebro reptiliano, cerebro límbico (o premamario) y cerebro nuevo (o neomamario). Los primeros dos son resultado de la evolución cerebral desde reptiles hasta animales intermedios (en términos de cognición cerebral) entre mamíferos y reptiles. El neocortex es, como ya sabemos, lo que nos caracteriza a los humanos.

Hoy día prácticamente nadie (en la academia) sigue la propuesta triúnica de MacLean, pero esto no implica que deje de tener utilidad. Nos sirve, por ejemplo, para explicar conductas humanas que de otra manera no podríamos explicar. Si tenemos actos que resulta del procesamiento del neocortex (basados en creencias y deseos sopesados), también tendremos algunos que resultan del procesamiento del sistema límibico (basados principalmente en emociones dirigidas a la alimentación y la reproducción) y otros del procesamiento del cerebro reptiliano (principalmente reacciones defensivas, amenazas, territorialidad, etc.)

Más allá de su (in)utilidad en la academia, la postulación de algo como un cerebro límbico o reptiliano, y con él la idea de una conducta y un procesamiento (pues no puede ser pensamiento) límbico o reptiliano, ayuda mucho a entender fenómenos sociales típicos de una gran urbe, como la ciudad de México. Podemos entender, por ejemplo, por qué los conductorres tocan la bocina incesamente, por qué arriesgan sus vidas y las de otros cruzando un semáforo en rojo, por qué arriesgan sus vidas y las de otros al tener sexo sin protección, por qué se angustian ante la idea de permanecer inmóviles en fila (del banco, del super, del tráfico) por más de 30 segundos y por qué, por sinalmente, se mantienen de pie durante más de dos horas, junto con otras ochenta personas, esperando recibir una pizza gratis.

No hay otra opción. O los humanos actuamos en ocasiones (¿muchas?) como reptiles porque somos medio reptiles, o bien somos animales a los que de pronto se les desconecta el cerebro y la capacidad de hacer modus ponens en las circunstancias más básicas.