Sunday, January 31, 2010

De voto en voto

Después de tanto andar. Después de tanto escribir, tanto leer, tanto pensar. Después de tanta furia, tanta acidez, tantas pastillas. Después de tantas millas, tantos sellos. Después de tanto y tanto interrogatorio, por todos lados. Hoy estoy sentado viendo esta aventura pasar. Pasan seminarios, estudiantes, textos, dudas. Pasan preguntas. Pasa el invierno. Pasa la nieve. Pasan las nubes. Y esta aventura pasa también. El viaje a Ann Arbor se termina.

Ahora sólo me queda esperar, aquí, sentado, los votos. La aventura completa se reduce a esos cuatro votos que me permitan, mejor que ningún pasaporte, salir de aquí. Tengo dos y cuento de voto en voto. Los veo pasar. Lentamente. Muy lentamente.

De pronto la aventura entera está en el aire. ¿Qué será de todo esto? De pronto me siento en el rincón de los acusados. Imagino al jurado deliberar. Esa interesante manera de perder el tiempo y torturar.

Me siento en un umbral. Lo imagino eterno. ¿Será posible perdurar así?

Saturday, January 09, 2010

Hechos son Deseos

Los hechos son deseos irreparables.

Cada nueve de Enero celebrábamos juntos. Hoy es el cumpleaños de mi madre. Cada año me recibe con sorpresas. Hace un año desperté ante un mar rojo en la Riviera Maya. Hoy ante un cielo azul, limpio, en Ann Arbor. Ha sido un día hermoso, brillante, cálido. Y trágico.

Me encuentro deseando encontrarlos. Peor aún. Encuentro, después de pensar y caminarlo un poco, que deseo no desear encontrarlos. Deseo no desear, sí; pero no quiero no quererlos más.

Quisiera recibir algún mensaje de su parte. Un aplauso. Quisiera no querer recibirlo. Y no por eso dejar de buscarlos.

Hoy, más que antes, lo descubro.

Los hechos son deseos irreparables. Todo lo demás son eventos.

Tuesday, January 05, 2010

A Su Salud!

Familia querida, he terminado.

Cinco años después de ese primer encuentro serio con la academia, cierro ahora el círculo con el doctorado. Me tardé mucho, lo sé. Disculpen. Resultó imposible terminar a tiempo.

Habrá defensa. Sí. La cita es el viernes cinco de Febrero a las once treinta de la mañana en la sala Lewis del edificio Rackham de la escuela de Posgrado.

Al igual que hace cinco años, tendré que defender mis creencias a capa y espada, contra viento y marea. En esta ocasión, la batalla promete ser aún más carnicera. (Lo siento Consuelo. Así es la filosofía. Pero ya estoy un tanto curtido. No temas.) Esta vez prometo llevar galletas y café o quizá mejor thé (sí ‘thé’, como lo escribimos nosotros en el menú del Paraíso) para calmar las ansias de la audiencia.

A diferencia de hace cinco años, esta vez el asunto será en inglés, una lengua que ustedes ni por asomo. No dudo que tu, princesita, entiendas algo. Pero ya ves que ni en chilango se entiende lo que hago. Así que recomiendo ampliamente ahorrarse la molestia de sacar visas y pasar por aduanas. El camino es difícil y lleva sus riesgos. El evento no lo amerita. Su ausencia será comprendida. (¡Celebremos en México, frente al mar!)

No entristezcan. Esta tesis está dedicada a ustedes. La pueden encontrar aquí, al final del camino que viene y va desde el mar.

También se pueden dar una idea de lo que ha sido esta aventura escuchando el siguiente resumen sonoro de estos años a la distancia.



Los quiere y extraña,

--edy

Integrating Intelligence

Today Ken Walton defined the philosophical enterprise in what seems to me to be the best way:

"Philosophy is a matter of theory construction. Philosophical theories are empirical theories. It is not asurprise, then, that empirical research is of philosophical relevance."

I happen to agree with Walton's view wholeheartedly. That is why I always have a feeling of frustration when I see philosophers having a hard time constructing incredibly complex (and sometimes just incredible) theories to resolve "philosophical puzzles" without paying any attention whatsoever to empirical research. This negligent phenomenon happens repeatedly for philosophical theories of language and mind that blatantly ignore the data collected by cognitive psychologists and psycholinguists.

I always feel "terrified" by this negligence. That is why I find Mr. Obama's remarks (on the intelligence mistakes that gave place to the recent failed terrorist attack) to be absolutely on topic:

“This was not a failure to collect intelligence, it was a failure to integrate and understand the intelligence that we already had.”

That's what I feel about longstanding philosophical conundrums: that they are still unresolved is not owed to a lack of data collection, but of intelligence integration.

Sunday, January 03, 2010

À la recherche

Cuando uno se dedica a rebuscar entre la mente y el lenguaje, a punto ya de terminar los puntos y dejar las disertaciones, inevitablemente recae, redunda. Encuentra poco a poco los límites, nada extraordinarios en realidad, de la lengua y sus usos. La cosa es mucho más sencilla de lo que sugieren las teorías. Sobre todo aquellas que, como las Fregeanas, se basan en mitologías aritméticas idealizantes. La cosa ésta que ahora uso y desuso no es un prístino espejo de reproducibilidad infinita con alcances aléphicos. No. Nada más alejado de la realidad. La cosa ésta que llamamos 'lengua' no es sino un humilde producto humano plagado de quiebres, rupturas, inconsistencias y limitaciones. No se trata de reforzarlo. Se trata de entenderlo.

No hay otra manera de explicar cómo ha de ser cierto esto:

"Esto es una afirmación, no una negación"

¿Será que es y no? ¿Una paradoja más? ¿Empírica, proposicional, teorético-conjuntista? No. No. Nada. Cosa simple. Así funciona.

Identidades Conflictivas

Hace tiempo lo voy pensando, pero la tesis no me permite escribirlo. Desde hace años tengo la vaga certeza de que las identidades nacionales son, además de ficticias, terriblemente peligrosas. Son terriblemente reales, también, gracias a la eficacia con la que se reproducen. Si todos creen que existen, todos se encargan de hacerlas sentir.

Hace unas semanas fuimos una vez más a visitar a la familia en Toronto. El “estado” canadiense decidió complicarnos el viaje. Ahora son necesarias las visas. La agente aduanal aprovechó para recalcarlo: “Do you have a visa? Yes, it should be stamped. You know you need a visa, right? Mexican citizens need a visa now.” Es curioso descubrir cómo, al igual que sus vecinos del sur de quienes tanto dicen distinguirse, los canadienses comienzan a creer que su tierra es el centro del mundo, el prometido paraíso al cual todo jodido quiere ir.

En una tarde en particular nos topamos con una comensal muy peculiar en un restaurante japonés. La mujer, proveniente de Europa del este, tendría alrededor de 70 años de edad. “Don’t stay here! I should have never come to Canada. I am now too old and alone. I have no one to take care of me and no job. I have no way to go back home. You’re young. If you can, don’t stay in Canada.”

Ese mismo día, en una cena, compartimos la mesa con un inmigrante alemán, su compañera de origen maltés y su progenie canadiense. En algún punto la discusión derivó en las inconveniencias de la inmigración. Sorprendentemente, el punto de vista que defendía el alemán no era el del inmigrante (el cual uno hubiese esperado como natural) sino el del hospedero. La inmigración era un problema no porque fuese difícil de llevar a cabo, sino porque era difícil de aceptar, porque estaba destruyendo las costumbres y derrochando los recursos de los canadienses.

Surgió el ejemplo de los sikh: abarrotan las fronteras canadienses hoy día (aparentemente). Hay que combatirlos, decía el canadiense alemán. “Ahora resulta que incluso como oficiales de policía quieren seguir usando su turbante. Y los canadienses se los permiten. Qué vergüenza!” Mi asombro fue lo suficientemente profundo para guardar silencio. El alemán cerró la conversación con una frase terrible: “These canadians are too soft! If you don’t like a country, leave.”

¿Qué carajos es la nación? ¿Un conjunto de creencias, hábitos, deseos, presuposiciones, metas? ¿Cuáles? ¿Cómo puede alguien, en el curso de una vida, volverse perseguido para luego ser perseguidor? ¿Cómo puede la memoria ser tan dominada por una imaginación tan viciada? ¿Cómo puede alguien con dos dedos de frente y un poco de información creer que hay tal cosa como un grupo que no ha emigrado?

Recién leo un artículo concordante del Economist. Las grandes naciones son como los grandes fraudes, las grandes empresas con estructura de pirámide. Al igual que las pirámides, las naciones funcionan porque sus integrantes creen en ellas y sus beneficios. Por eso trabajan con ellas, para ellas, por ellas. A diferencia de las pirámides, las naciones tienen una mayor capacidad de convocatoria (i.e., las armas).

Parece que una clave importante en el funcionamiento del proyecto Hobbesiano es el constante recuerdo de que el estado, la nación, no es más que una ficción que inventamos para nuestro beneficio. Es cuando olvidamos esto, el evento mismo de invención política, que las naciones y sus identidades se vuelven en nuestra contra.

¡Qué terribles pueden ser las naciones y sus identidades! ¡Destructivas!