No pocas veces he insistido en que los estadounidenses blancos están genéticamente programados para desempeñar actitudes xenófobas. Ayer mismo platicaba de ésto con Marco Rigau, amigo puertorriqueño. Algunos números, algo sorprendentes, aparecían en la discusión. Según estudios realizados empleando un mismo texto leído por un gran número de estudiantes, la mitad blancos y la mitad negros, la respuesta en la evaluación de los profesores fue sistemáticamente la misma: asignar un grado menor al estudiante negro en comparación con el estudiante blanco. No sorprende que haya diferencias, o preferencias ni siquiera tendencias. Lo sorprendente, claro, es que la respuesta sea sistemática. Eso es lo que más preocupa, que los actos xenófobos están fuera del control consciente de los blancos de esta patria sin nombre.
Hoy curiosamente fue víctima de uno más de esos actos. Fue muy sutil, muy curioso. La mujer encargada de actualizar la página del departamento de filosofía de UMich, me comentaba que había dudado un poco sobre la dirección de mi página (ésta página) que le había proporcionado. Quizo explicarlo todo en forma de chiste y, como ya es sabido, los estadounidenses son tan malos que uno se ve obligado a burlarse de ellos haciéndoles creer que uno ríe con ellos. La historia es breve, seré breve. Resulta que esta chica, a quien suelo apreciar, estaba dudosa de si mi dirección era la correcta, así que decidió probar. Entró a mi página, ésta que ahora escribo mientras tu lees, pero resultó que estaba en español. Así que no podía reconocer si era la mía o no. Pero de pronto vió una señal distintiva: un texto que lleva entre las palabras del título el nombre 'Descartes'. Inmediatamente pensó: esta página tiene que ser la de Eduardo, pues ningún otro HISPANO tendría una página en Internet en donde escribiría algo con respecto a Descartes.
En cuanto dijo eso no sabía si morir de vergüenza o risa. Acaso piensa la dama que a Descartes sólo lo conocen en Inglés? ¿Acaso cree que todo lo que acaso puedo saber o ignorar de filosofía lo adquirí por ósmosis y en los dos breves meses que llevo en este lugar? ¿Acaso realmente cree que los hispanos sólo se dedican a pelar bananas?
Tristemente la mujer había dado en el blanco. Esa era mi página, pero había acertado por mera fortuna. Porque seguro estoy de que más de mil páginas escritas bajo el asupicio de esta misma lengua discuten, incluyen o mencionan el nombre 'Descartes'.
¡Qué vergüenza! Tener tanto poder y no salir nunca de las cuatro paredes que delimitan a esta pequeña isla en el centro de un mundo completamente desconocido.