Friday, June 27, 2008

Vanidad Literaria

Llevo una semana leyendo los detectives salvajes. Me he fletado ya doscientas cuarenta páginas. Estoy cansado, aburrido, harto. Leí veintiséis sesentaiséis hace un año. Fue un gran placer. Pero éste me está molestando. ¿Por qué tanto afán de ser mamón? Llevo años pensando que la literatura es pura imaginación. No sirve de nada, no cuenta nada, no describe nada, no surge de nada, no viene de nada y no lleva a nada. ¡Pura mamada! Me enfada. Por no decir, me encabrona. Creo que nunca, jamás, he leído nada que tenga algo sustancial que ver con mi particular existencia. Es un asco la literatura. Y los literatos, por consiguiente. Todos se regodean en su vanidad. Son capaces de escribir cualquier sarta de pendejadas. Véase, por ejemplo, lo que dice Enrique Vila-Matas (otro mamón) sobre los detectives:

“Un carpetazo histórico y genial a Rayuela de Cortázar. Una grieta que abre brechas por las que habrán de circular nuevas corrientes literarias del próximo milenio”


¿Por qué tanta pinche mamada? ¿Qué coños es un carpetazo histórico? ¿Acaso es la interpretación canónica de alguna obra? ¿Cómo se puede ser histórico y genial al mismo tiempo? ¿Qué no para ser histórico hace falta dejarse de mamar vergas y ponerse a relatar los sucesos? Y luego resulta que un pinche libro se vuele una “grieta”, una pinche rajada en dónde, ¿quién sabe? En el culo de su historia tal vez. Peor aún, resulta que la pinche rajadita se ensanchará para volverse la autopista literaria de nuevas corrientes literarias del próximo mileno. ¿Cuánta pinche mamonería? No lo puedo resistir. La última vez que revisé, estábamos en el octavo año del nuevo milenio. Le restan novecientos noventaidós años al culero. ¿Dé cuál fumó este pendejo? Debo disculparme, pero el naturalismo obliga: ¿cómo coños puede alguien saber lo que harán las culeras generaciones por venir con la puta literatura? Igual y la asfixian a la cabrona.

Cuál pinche grieta milenaria ni qué ocho cuartos. Éste pinche libro es aburrido y Bolaño no supo aprender la lección de Rulfo y se dedicó a copiarse. Una y otra vez. Indiscriminadamente. (Cosa que también le encanta a Vila-Matas, quizás por eso le gustan las grietas milenarias). Quienes hayan comenzado por los detectives, les recomiendo evitar veintiséis sesentaiséis. Y viceversa.

Pura pinche vanidad. No hay más.