Edu,
Fui al super y me sentó muy bien. Compré todo lo que nunca me dejas comprar, lo que me gusta, lo que me hace feliz comer.
Me dí cuenta de lo tonta que he sido al dejar que te impongas así en mi dieta. ¡Nunca más! Mientras yo gane mi dinero, yo me compro la comida que se me antoje, ¿me entendiste? ¿Quedó claro? No tienes idea lo horrible que es para mí no tener libertad en la comida que escojo. Quizás para tí sea algo mínimo, pero sabes, para mí no. Para mí es esencial, es parte de lo que le da sabor a la vida, lo que me hace levantarme con gusto. Tú lo sabes, yo sé, y has cambiado. Pero no lo suficiente.
Tú puedes hacer tus listas, pero yo compro lo que se me da la gana, cuando se me de la gana. Y sabes, yo nunca me he quejado de pagar por los frijoles, ni la leche, ni los plátanos, pero yo tengo que pagar sola mis quesos. No me parece. Si decidimos compartir los gastos, entonces compartimos todo. O qué, ¿cuando tengamos hijos también voy a tener que pagar yo por el queso y el pescado?
Y si alguna vez te vuelves a atrever a repelar porque compre un pimiento o una coliflor, ¡te voy a dar una cachetada que te vas a acordar de mí!
con amor,
Cata