Thursday, September 14, 2006

El Fin del Mundo

La frase es común y sentenciosa: estamos presenciando el fin del mundo, como lo conocemos. No está de más reconocer el arrebato de escepticismo en la frase. Ya no se trata simplemente de la arrogante afirmación de que el mundo termina de la mano de la conciencia humana. El mundo termina tal y como lo conocemos; bien podría quedar algo más, pero no será lo ya tan conocido.

Robaré la frase en cuestión para darle un significado un tanto menos apocalíptico. Planteo los siguientes argumentos:

Mundo vivo y Conocimiento Pétreo

El mundo está vivo y, por ende en constante cambio.
El conocimiento humano es proposicional y por lo tanto estático.
Por lo tanto, el conocimiento humano no puede abarcar al mundo a cada cambio.
Debido a que el mundo está cambiando a cada instante,
Cada instante es el fin del mundo tal y como lo conocemos.


El argumento, sospecho, es válido. Cabe analizar la verdad de sus premisas. Pocos rechazarán la verdad de que el mundo está vivo y, por lo tanto, en constante cambio (nunca es, muy a pesar de Parménides, el mismo).

La segunda premisa forma parte de la visión contemporánea que la filosofía dominante (de escuela empirista) tiene sobre el conocimiento. Se habla, por ejemplo, de conocimiento proposicional, dando a entender que son proposiciones las que dan el contenido del conocimiento que del mundo tienen los humanos. Se habla también, por ejemplo, de contenidos semánticos como si fuese entidades platónicas. Los términos comúnmente empleados son “significado literal” así como de un contenido que permanece “a través de los contextos”; se intenta contrastar con posible contenidos contextuales o dependientes del uso y del contexto. Así pues, si la tradición dominante en filosofía hoy día tiene razón y el conocimiento es proposicional y las proposiciones son entidades abstractas fuera de la influencia del tiempo y la historia, entonces el conocimiento, a diferencia del mundo, no está vivo ni en constante cambio.

La tercera premisa / conclusión se sigue directamente de las anteriores dos y de esta se sigue también la temible conclusión sobre el fin de nuestro conocido mundo. ¿Qué premisa nos conviene derribar? Pensemos en el siguiente argumento.


Mundo vivo y Proposiciones vivas

El mundo está vivo y, por ende en constante cambio.
El conocimiento humano es proposicional.
Las proposiciones no son sino conjuntos de objetos del mundo.
Por lo tanto, las proposiciones son tan vivas como el mundo.
Debido a que el mundo está cambiando a cada instante,
Cada instante cambia el conocimiento humano. Podemos hablar, a lo sumo, del fin del mundo tal y lo como lo conocíamos (e.g. tal y como lo creía conocer Aristóteles).

Este argumento no parece tener consecuencias tan trágicas, o apocalípticas si se prefiere. Por otra parte, parece también ser válido. Cabe preguntarse, sin embargo, sobre la utilidad de “llenar de vida” a las proposiciones.¿Qué sentido tiene seguirlas distinguiendo del mundo mismo? ¿En qué sentido cabe distinguir, por ejemplo, las inferencias basadas en las relaciones semánticas entre términos de las inferencias basadas en las relaciones causales entre objetos? ¿Para qué seguir distinguiendo la Biología de la Semántica? Pensemos entonces en un tercer caso.


Mundo vivo y Conocimiento Humano

El mundo está vivo y, por ende en constante cambio.
El conocimiento humano es un proceso orgánico de un ser vivo.
Por lo tanto, el conocimiento humano es tan vivo como el organismo que lo tiene.
Debido a que el mundo está cambiando a cada instante, los seres vivos que lo habitan también (con ellos el conocimiento humano).

Ergo

El mundo incluye el fin del mundo tal y como es conocido en cualquier momento específico.