Wednesday, December 17, 2014

La necesidad de la reflexión crítica



Eje Central y República de Ecuador, México D.F., Noviembre 20, 2014

El diagnóstico más simple y claro sobre el nazismo nos lo regaló Arendt hace ya unas buenas décadas. En pocas palabras, era el siguiente. Para que el holocausto sucediera no hicieron falta monstruos inmensos, ni poderosas máquinas del mal, ni sistemas perversos. Bastó con ciudadanos normales, de mente más bien simplona, medianamente pusilánimes, incapaces de cuestionar y dispuestos a colaborar. En resumen, lo que hizo falta no fue el mal ensimismado sino la ausencia de una reflexión individual, crítica, que sopesa y juzga lo que sucede alrededor.

Hoy día México se encuentra en una encrucijada demasiado similar a la de Europa en esos años previos al nazismo. Por fortuna, el hartazgo y la indignación están combatiendo la ausencia de la reflexión crítica que sopesa y juzga. Por desgracia, también salen a la luz los egos centenarios de quienes se creen dueños de toda capacidad de crítica moral y política. Hace unos días, el subcomandante insurgente Moisés nos regaló una joyita que exhibe esta arrogancia moral (ver aquí).

En su maravillosa muestra de reflexión crítica, y de estatura moral y política desde la cual nos juzga a todos, sostiene tres puntos.

1) Nada ni nadie hace nada bien excepto el zapatismo y los padres de Ayotzinapa.

"los gobiernos no gobiernan, simulan;
los representantes no representan; suplantan;
los jueces no imparten justicia, la venden;
los políticos no hacen política, hacen negocios;
las fuerzas públicas del orden no son públicas y no imponen más orden que el del terror al servicio del que tenga más paga;
la legalidad es el disfraz de la ilegitimidad;
los analistas no analizan, trasplantan sus fobias y sus filias a la realidad;
los críticos no critican, asumen y difunden dogmas;"


Huelga decir que estas críticas se presentan en la forma tradicional de la casa editorial: un cúmulo de juicios sin argumentación y acompañado del uso categórico de términos normativos que presuponen o bien que todos conocen la evidencia a favor de los juicios o bien que el lector es un idiota por no conocer dicha evidencia.

Algo que sí llama la atención es el carácter paradójico de las afirmaciones. Se dice, por ejemplo, que los analistas no analizan, sólo transplantan fobias y filias. Uno piensa, por supuesto, que el autor mismo del texto es un analista. Y por eso uno se pregunta si el autor mismo del texto no estará trasplantando sus fobias y sus filias. O si, como dice de los críticos, ¿no estará más bien asumiendo y difundiendo dogmas en lugar de criticar? Como no se ofrecen argumentos, no es fácil determinar la respuesta a esta pregunta. Pero sí hay trozos de evidencia. Unas líneas más tarde, el autor nos recuerda la verdad incuestionable:

"Porque resulta, amigos y enemigos, que el capitalismo se nutre de la guerra y de la destrucción.
Porque se acabó la época donde los capitales necesitaban de paz y estabilidad social.
Porque en la nueva jerarquía dentro del capital, el especulativo reina y manda, y es su mundo el de la corrupción, la impunidad y el crimen."

El capitalismo, sí, el capitalismo. Todo es culpa del capitalismo y el capitalismo es la causa eficiente de absolutamente todo. No hay más detalles que añadir. Éste es el "análisis" y la "crítica" que, por supuesto, no son sino la proyección de las fobias y los dogmas con los que nació el zapatismo hace ya cosa de treinta años. Pero bueno, no critiquemos a la gente por sus tradiciones, sus fobias y sus filias. Mejor reconozcamos las propias y las de los demás.

2) El segundo punto de la joyita del subcomandante Moisés es la que nos enseña de altruismo: lo que importa es hacerle caso a los padres de Ayotzinapa.

"Nosotras, nosotros, zapatistas del EZLN, pensamos que es tan importante lograr que retomen su lugar las voces de los familiares y compañeros de los asesinados y desaparecidos de Ayotzinapa, que hemos decidido:
1.- Ceder nuestro lugar en el Primer Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías contra el Capitalismo, a los familiares y compañeros de los Normalistas de Ayotzinapa asesinados y desaparecidos. Pensamos que en sus voces y oídos habrá ecos generosos en y para tod@s l@s que, estando o no estando, participarán en el Festival."

Algo me dice que este reconocimiento del "otro" no es sino una manera de ensalzarse a sí mismo, una de esas curiosas formas que tiene el ego de alimentarse. Comparemos dos posturas. La primera subsume los deseos de uno a los del otro. Lo único que importa son los padres de Ayotzinapa. Por eso nos vamos todos a donde vayan y los apoyamos con lo que propongan. La segunda postura convierte los deseos del otro en los de uno adjudicándole los deseos que uno tiene mientras asume que, obviamente, el otro ha de desear lo mismo que uno, más todavía, desea ser uno mismo. Si no, el otro no valdría tanto la pena. Así, desde esta postura decimos: Lo único que importa son los padres de Ayotzinapa, por eso los invitamos a que sean como nosotros, ocupen nuestro lugar y hasta jueguen a ser la estrellita en el escenario que nosotros mismos creamos. El reconocimiento de Ayotzinapa del subcomandante Moisés parece más una subsunción de Ayotzinapa bajo el Zapatismo que un reconocimiento.


3) El tercer y más importante punto, oscurecido bajo títulos psicoanalíticos como "histeria" y "esquizofrenia" cuando buscan más bien hablar de "personalidad múltiple",  es que nadie tienen la autoridad moral para juzgar mal a nadie (¿ni el zapatismo?).

Léase de manera literal.  No podemos reprochar nada a nadie. Ni siquiera a aquellos que utilizan el contexto de expresiones públicas y pacíficas de indignación y exigencia de justicia (como las manifestaciones recientes) para provocar la violencia. O como dice el sub Moisés:

"¿Quién es quién para decir que esas demandas, que son las de cualquier ser humano en cualquier parte del mundo, tienen que expresarse de tal o cual forma? ¿Quién escribe el “manual de buenos y malos modos” para expresar el dolor, la rabia, la inconformidad?
Pero bueno, se puede y debe debatir cómo abraza más y mejor la palabra “compañer@”. Si con una voz engolada en lo alto de un templete o si con un vidrio roto. Si con un “Trending Topic” o si con una patrulla policial en llamas. Si con un blog o con un grafiti. O tal vez con todas o tal vez con ninguna de ellas, y cada quién con su cada cual crea, construye, levanta su modo de apoyar."

Es difícil entender estas palabras sino como una pregunta retórica que parece defender un supuesto derecho primigenio de cualquier ser humano, o grupo humano, de manifestarse como se le de la gana: con un blog (como éste, pero también como éste), con una marcha, rompiendo un vidrio, quemando una casa... Me pregunto por qué se detuvo ahí. ¿Por qué no incluir, ya que somos tan generosos, entre las formas aceptables de manifestación la misoginia, el feminicidio, el canibalismo, la tortura? ¿Acaso los agentes de la CIA que torturaban a Abu Zubayda, entre el 2003 y el 2005, hacían algo más que manifestar la frustración e ira que sentían tras los lamentables hechos del 9/11?

Ante preguntas retóricas lo único que queda es ofrecer actitudes necias que buscan tomarlas como preguntas genuinas. ¿Quién es quién para decir qué modos de expresión son aceptables? La respuesta es: todos. Todos los seres humanos somos alguien suficientemente capaz de poner límites, claro, siempre y cuando nos permitamos el lujo de reflexionar críticamente y no sólo de, citando al sub Moisés, proyectar fobias y filias. Así, cualquier persona que no sea subnormal sabrá que es absurdo manifestarse violentamente contra la violencia. Más aún, cualquier persona que no esté nutrida por una profunda arrogancia moral sería capaz, al leer el texto del sub Moisés, que hay una contradicción inmensa en defender A)-C):

A) Que el capitalismo "se nutre de la guerra y la destrucción" (vid supra);
B) Que el capitalismo es el origen de todos los males y debemos eliminarlo; y
C) Que nadie tiene justificación para reprobar los modos violentos y destructivos que tienen algunos de manifestarse.

Si al subcomandante Moisés no le parece absurdo combatir la violencia con violencia, al menos le debería parecer "raro" (no digamos "contradictorio" porque quiénes somos para decir eso) estar defendiendo a quienes, según su decir, nutren al capitalismo con su violencia y destrucción. Este error es tan grande, tan raro, en la joyita zapatista que uno no puede sino imaginar la inmensa arrogancia, la enorme imagen de autoconfirmación moral y excelencia política que deben tener para no identificar errores que uno consideraría dignos de un subnormal.

Pero parece que el subcomandante quiere autoridades, no le bastan razones basadas en consistencias morales y normativas. Bueno, por suerte también tenemos autoridades del lado de quienes sabemos que esta mal manifestarse violentamente. Acá le paso al sub Moisés dos nombres, de entre muchos, muchos otros, de personajes interesantes que escribieron a su modo el manual de "buenos y malos modos" del manifestante que se les perdió en la biblioteca zapatista: Martin Luther King y Mohandas K. Gandhi.

La reflexión de fin de año del zapatismo deja mucho que desear. Eso sí, cumple plenamente la función de oráculo negativo: nos señala confiablemente hacia dónde dirigir nuestro pensamiento al decirnos explícitamente algo que no deberíamos pensar ni hacer. No dejemos de ser críticos, ni de analizar. Ciertamente nunca dejaremos nuestras filias y fobias - porque precisamente en eso consiste ser humano - pero al menos lograremos evitar la arrogancia, la ignorancia y la pusilanimidad que resultan tan necesarios como ingredientes de todo holocausto. Gracias, pues, al sub Moisés por recordarnos la necesidad de la reflexión crítica en su diatriba de la misma.