A veces se detiene la vida, se detiene el discurso, el miedo, la preocupación. La ansiedad. Y uno pasa de preguntarse el por qué de lo que hace a dejar, por completo, de preguntarse. Y así descubre el engaño que hay en pensar que hay un por qué.
A veces se detiene. No siempre fluye. Ese torrente de consciencia que asociamos con vivir.
A veces se detiene la vida, para dejarnos ver, dejarnos escuchar, dejarnos vivir.
A veces pienso que mi vida comienza ahí donde se acaba la persona y su territorio.