Monday, April 10, 2006

¿Escritura obligada?



He perdido el contacto con las palabras. Quizás a eso se deba mi falta de pensamientos. Antes solía discurrir de casi cualquier evento que dejara entrever algún dejo de argumento, para al menos hacer una breve anotación al margen, como quien no quiere la cosa, disfrazando así las críticas de comentarios inocentes. Ahora, no obstante, me encuentro vacía. No hallo en mí ningún pensamiento, idea o controversia sobre los cuales elucidar. Mi vacuidad se extiende hasta los abismos y sólo deja espacio al anonimato. Pero éste tampoco es posible. No hay interlocutor desde un espacio que no esté estrictamente determinado y ceñido bajo un nombre.

Pero esto no es todo. Aún saliendo del anonimato, no vale simplemente escribir porque sí, simplemente para contar, por ejemplo, la imagen de un señor cobijándose de la lluvia en una esquina; sin un antes ni un después, y mucho menos de un ahora. No señor. Es preciso abordar algún tema de actualidad, de interés público, producto de alta intelectualidad... ¡Y todo esto con la promesa de que así se habrá tranquilizar el alma!

¿Escusas de una persona que lleva tiempo sin articular un pensamiento? Tal vez. ¿Divagaciones de insano mental? No lo creo. Simplemente, una apología del vacío.

Pero luego pienso. (Sí, insisto en realizar una tarea que se me va de las manos.) Recapacito. Si, como razonaba el comediante Karl Valentín, el teatro debía ser obligatorio-pues ésta sería la única manera de asegurar la sobrevivencia de este arte- ¿no deberíamos también estar obligados a escribir para no perder la cabeza? Escribir para evitar el vacío, para recuperar el pensamiento, para darle un sentido a las palabras, para volver al íntimo estado infantil de la fantasía. ¿Comenzar una escritura obligada, aunque no tengamos nada que decir? Quizás. O quizás no. Pero al menos existe ya la disyunción.